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Mostrando entradas de marzo, 2016

El visitante, de Andrés Elías Flórez Brum

John Jairo Zuluaga* Andrés Elías Flórez Brum, El visitante, Bogotá, Caza de Libros-Pijao Editores, 2008. 76 P. Un lector silvestre que recorra las páginas de la novela corta: El visitante puede encontrarse con una historia del montón. Una de tantas, en las que se ven inmersas, a menudo, personas de cualquier pueblo del trópico colombiano. En cambio, un lector avisado encontrará en esa misma obra un refinamiento técnico que vale la pena mostrar. La obra sigue la tradición de novelas construidas con marco de composición, tal como lo evidencian Las mil y una noches , El Decamerón y, en el caso colombiano, La vorágine, de José Eustasio Rivera. El marco de composición: “Se construye a la manera de un formato previo e independiente, que antecede y da paso a la historia central, y luego lo cierra. Ese formato introductorio que luego cierra al final, se parece al marco de un cuadro de pintura, porque desde afuera rodea la historia central”. (Isaías Peña, E

Transeúnte que huye de la guerra

Entrevista a Jorge Eliecer Pardo sobre Trashumantes de la guerra perdida, su más reciente novela Diana Marcela Cuéllar ¿De qué manera se sigue construyendo El quinteto de la frágil memoria al terminar su novela más reciente, Trashumantes de la guerra perdida ? La saga familiar se desovilla como la historia misma del país. El desplazamiento forzado marcará sus vidas y las de dos generaciones posteriores. Las zonas del café, la montaña y la planicie, los espacios por los que caminan en busca de la esperanza de vivir en paz, escenarios que no solo descubren la geografía nacional sino los sentimientos de personajes recreados desde la verdad del sufrimiento y de escasos episodios de amor y alegría. Cubre de los años 20 a los 70 del siglo pasado. El telón de fondo de la Historia determinará la mayoría de las microhistorias para ver el fresco completo de nuestro destino determinado por los dueños de todos los poderes terrenales. Si es un libro que abarca, d

Janet Frame: El Jilguero y su canto silvestre

Por María Espinosa   Esta es mi vida y este mi hábito decía el poeta. Frame, Janet. Huesos del Jilguero: antología poética (2015). Universidad Veracruzana, 209 pág. Traducción Nair Anaya et al. Janet Frame (1924-2004) no se decía poeta. Escribía poesía por hábito, por que escribir poesía no es un mal hábito, escribía para un amigo cuya esposa murió después de una larga enfermedad, por la muerte de su gata, por la inocencia de su sobrino, para Bach, Schubert, una naranja, la nieve, un paseo dominical. Exploro tierra agreste. No tengo un teodolito. Soy una colonizadora extranjera. No he pagado por mis tierras No se cómo cultivarlas. ¿Por qué me obstino tanto en escribir poesía?  Escribía poesía tras meditar sobre un compás y pensar si ser del compas la punta que se clava, la mina que hace el trazo o ser en el mejor de los casos la posibilidad de dar varios ángulos: la abertura, ¿Aunque si eres un compás, de verdad puedes elegir? ¿Acaso no eres todo, quien se queda

La invención del contar

Por: José Rodolfo Rivera* El cuento es un cuento que cuenta un cuento como nunca antes nadie lo había contado; pero también, el cuento es un cuento siempre a medio terminar: lo que no se escribe, es el otro cuento: el cuento. Descubrimos el cuento sólo después de haberlo leído; algo descubrimos en él conocido no conocido, nos va resultando familiar algo que al principio nos era tan ajeno, y llegamos al final pensando que pudimos pertenecer allí, que nada nos hubiera podido privar de habitar en él: ya somos el cuento que leímos; lo intuimos, lo creemos. Contar, y no hay más, y eso es todo, y ahí para la cosa. ¿Y en verdad, eso es todo, no hay más? Por supuesto que no, siempre hay algo más: de eso se trata la literatura. El cuento es una máquina de contar, de saber contar: se cuenta el cuento inventando lo que contamos: ficción y realidad hacer parte del artificio de quien escribe.  Cuento contigo , el más reciente libro de cuentos de Carlos Alberto Villegas Uribe, p

ESPERANZA CARVAJAL: UN CAMINO CONQUISTADO

(Pintura de Benhur S) Benhur Sánchez Suárez* Cuando leí por primera vez a Esperanza Carvajal Gallego empecé a entender por qué la soledad y el dolor pueden superarse y conjugarse a través de un acto especial y único, que sólo los elegidos saben alcanzar: la poesía. Pero la soledad se cansa de transitar los mismos ojos de tropezar en las mismas raíces hasta que un día decide abandonarnos para instalar su trono de misterio en las ruinas de otras catedrales (La noche es dueña de sus remos, Peldaños para alcanzar la noche , p. 24) Ese cuerpo en apariencia frágil de la poeta tiene el poder de transformar la ausencia en plenitud a través de la palabra. No es la catarsis, de la que hablan con propiedad los entendidos, tanto de la ciencia como de la literatura, sino una fuerza espiritual que disuelve la incertidumbre y transforma la ansiedad en un lago de aguas sosegadas: el poema donde se deposita la herencia contundente de su salvación. En la medida

LA PIEL DEL AGUA Y OTROS POEMAS DE MARIELA ZULUAGA

Carlos Orlando Pardo* Los poemas de Mariela Zuluaga en este sintético volumen publicado por Caza de Libros en su colección 50 poetas colombianos y una antología nos dejan al final de su lectura con la impresión de haber asistido a una rápida tempestad y contemplado un rayo acompañante. La brevedad de sus poemas y su inesperado final son su sello. La captura de un instante, la radiografía de una emoción, lo desolado del paisaje o lo bello en el amar, se suceden bajo instantáneas que asoman y desaparecen como la vida misma.   La piel del agua   no se queda en la dermis sino va hasta las profundidades y todo parece intrascendente pero no lo es. La piel del agua envejece mientras tiran granadas a mi cuerpo. Se trata de un libro que en parte había publicado la autora años antes y que ya dejaba, de acuerdo a Carolina Mayorga Rodríguez, “la frescura que tiene en la universalidad y hondura de las significaciones que se entretejen con la máxima síntesis que el lengu

MIS AÑOS CON JULIO CÉSAR

Julio César Arciniegas  Benhur Sánchez Suárez* Hace quince años me sorprendió la publicación de un libro bajo el título de “ La ciudad inventada ” (2001).  Pero lo que más me sorprendió fue conocer a su autor, un hombre sencillo, como salido del campo, como si acabara de dejar el azadón o la peinilla del despeje de malezas en su siembra. Y mucho más al leer: “ Se nace en los cuartos cerrados en la queja de los espacios en la vecindad de los dioses donde el volatinero dibuja silogismos en las líneas aéreas .” Estos versos no son de una persona cualquiera, me dije. Leyendo su libro nos hicimos amigos. Tiene el nombre de los emperadores, Julio César, y el apellido de reconocidos escritores y pensadores colombianos, Arciniegas. Sin embargo, en forma peyorativa se le ha dicho a Julio César Arciniegas Moscoso, poeta campesino . Peyorativa porque los términos pueden significar dos cosas: que es un campesino que escribe poesía, lo cual es cierto pues v