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Mostrando las entradas etiquetadas como Cartas

Correspondencia abierta

Apreciado José Martí, Es curioso pensar que un día usted soñó a Cuba desde esta piedra: que me prefiguró desde entonces, como ahora yo prefiguro al futuro lector. Horas de caminata por Central Park me dejan la certeza de que no es un monumento lo que busco: es al Martí vivo al que quisiera encontrar de pronto; al mismo que a los dieciséis años le escribía a su madre desde la cárcel asegurándole que sus versos no serían huecos y artificiosos, sino sinceros y útiles; al mismo que entendió, en parte a la fuerza, en parte voluntariamente, que desde lejos se observa mejor, que la Patria es algo que se lleva dentro y no un suelo sobre el que se camina; al mismo que desde muy joven sabía que moriría pronto, mas no en vano. Curioso ir descubriéndolo, ir poco a poco recreándolo desde sus palabras, para advertir de pronto que entre más miramos su realidad más entendemos la urgencia de cambiar la nuestra, que hemos levantado muchas estatuas pero perseguido escasas ideas, o que ...

Correspondencia abierta

Lo más útil fue descubrir que tú y yo somos la misma persona Hace treinta y siete años escribiste, a propósito de la que fuera tu ciudad-cárcel, unas líneas que recordé en mis primeros pasos por las calles que caminaste joven y fresco, con los ojos juguetones de quien mira el mundo con posibilidad de narración, muchacho de unos veintitrés, cincuenta años atrás: “por entre edificios que hay que esquivar, pues se nos vienen encima”. A mi memoria venían otros fragmentos del mismo cuento “CERRADO POR REFORMAS, CERRADO POR REPARACIÓN. ¿Qué tipo de reparación? ¿Cuándo termina dicha reparación, dicha reforma? ¿Cuándo por lo menos, empezará? Cerrado, cerrado, cerrado. Todo cerrado…” Mi viaje para visitar el único lugar donde al menos podría hacerte un homenaje también estaba cerrado por restauración. Pero Rei, ésta vez sí se veían animados los trabajadores en sus andamios pintando la Casa Museo. Entramos, insistentes y nos despacharon como a turistas que no entienden que no hay aten...

Correspondencia abierta

Hay escritores que las modas literarias no han podido sepultar en el olvido y que de pronto con el paso de los años resurgen dentro de nosotros venciendo los prejuicios lanzados sobre obra por  la mala crítica. La ideología política extrema nos prohibió ser sentimentales, nos impidió legitimar las lágrimas y esa fuente de conocimiento renovado que son siempre los pesares. Pero nunca he dejado de escuchar la voz de mamá llamándome  para  que,  a medida que crecía la desilusión sobre el mundo,  pudiera  contar con un espacio secreto  para  entregarme a mis ensoñaciones. Es lo que me sucedió cuando leí, William Saroyan, que usted había muerto y debí detenerme y recordar lo que para mí había significado leer sus historias asociadas a mi escenario de tapias de ladrillo, solares, al paso lento de los trenes cerca de mi casa, en lo que fue mi adolescencia, pero también la presencia de las calles citadinas, aquellos  inolvidables apostadores...

Correspondencia abierta

(J.K. Toole) Admiro tu debilidad. Si es cierto que el motivo de tu suicidio fue la imposibilidad de ver Dunces publicado, admiro esa debilidad porque en ella no veo más que un aterrador y descarnado grado de compromiso. Alguna vez le oí decir a un editor que un escritor no podía llamarse a sí mismo escritor a menos de que estuviera publicado. Y me pregunto qué replicaría quien dijo esto al ejemplo de tu vida y de tu muerte. Porque a tan arrogante y superficial afirmación podría sumársele la de que un escritor no puede considerarse a sí mismo escritor hasta que no vive de la venta de sus libros. Mientras escribías Dunces , tú estuviste en parte en el ejército, y en parte desempeñándote como maestro en una universidad católica; ambos panoramas siempre se me han antojado disonantes y casi surreales, teniendo en cuenta la visión del mundo que plasmaste en tu escritura. Yo no vivo en el mundo que tú vivías, John, ni tampoco gozo de un talento tan grande como el tuyo en cuanto a la ...

Correspondencia abierta

QUERIDO HUMBERTO Heme aquí, querido Humberto, poseído por tu rostro y por tus libros, como cuando nos hermanaba la literatura y pensábamos que podíamos hacer con nuestros escritos un mejor país. Parece que lo hicimos mal, Humbertico, porque este país cada día está peor. Claro que él es quien se lo pierde, porque nos ha leído muy poco o no nos ha leído. Y así es imposible imaginar que en algo o en alguien hayamos influido para que este sea el país que soñamos, más culto, más libre, más tolerante, más feliz. Bueno, a decir verdad, tú sí lo hiciste bien porque dejaste un retrato certero de nuestra sociedad agraria, lo mejor que se ha escrito en este sentido en y sobre nuestra región. A la manera de Rulfo, como te lo dijo Manuel Zapata Olivella cuando descubrió que vivías en Neiva, tan provinciano como los bizcochos de achira. Tan real como la Violencia. Y no te lo recuerdo para alabarte, sobre todo a estas alturas, sino para ser justo con tu obra. Tú biografía reza: Humberto Ta...

Correspondencia abierta

Apreciado señor Golding:  El Señor de las Moscas describe casi exactamente el lugar en el que vivo. No el geográfico, aunque mi fría ciudad queda, por extraño que suene, en el Trópico al que se refiere su libro. De lo que hablo es de ese mundo bipolar que usted construye: Un mundo hostil y amarmolado lleno de vestidos almidonados que se van desliendo hasta dejar al desnudo la vulnerabilidad y las almas caníbales. Esa es la atmósfera que he percibido a mi alrededor desde que tengo memoria. Me reconozco también a mí misma en sus personajes y en su inocencia fracturada. Primero logré verme en un niño que descubre la majestad de ese mundo paradisíaco de libertad ilimitada y que corre con los pies desnudos sobre la arena, con la modesta alegría de existir. Luego me veo en el temeroso. Ese de gafas gruesas que no está seguro, pero que sabe cómo habitar ese mundo porque lo ha visto diseccionado en las enciclopedias, se lo han contado en los estrictos salones de clase, se lo i...

Better desnuda un pájaro para Raúl

Ey loco, hace rato no te me apareces en sueños, tal vez porque no estoy durmiendo mucho. La última vez que pude hacerlo  plácidamente, te vi lanzando pepas de mango maduro a los pájaros que volaban bajo por las riberas del Sinú. Recuerdas que te hablé del chico aquel que me recitaba tus poemas al oído, bueno, ya no está, lo maté, no existe más. Ahora es un pájaro que se llevó consigo la paja que rellenaba mi cabeza de chico espantapájaros. Espero que en el próximo sueño sigas allí sentado, devorando mangos y le atines en el momento justo un pepazo fulminante directo al cogote, luego nos hacemos un pequeño abanico con sus livianas plumas. Raúl, es septiembre y estoy fracturado: me la paso leyendo tus poemas casi todas las noches. A veces te busco en Youtube, elijo algún video donde aparezcas hablando, y tu voz hace que la fisura que me atraviesa se extienda. Y tu voz profética me paraliza: nunca es tarde para hablar de ellos, para recordarles que tú no eras el tonto, para r...

Correspondencia abierta (VI)

Bogotá, 07 de septiembre de 2017. Señor Graham Greene: Tal vez usted no lo sabe, pero sus obras literarias me acompañan desde que yo era un adolescente. Lo mismo me pasó con Mark Twain, pero la diferencia entre usted y Twain, es que a él lo abandoné por mucho tiempo, y con usted he estado firme durante todos estos años. Por eso hoy me atrevo a escribirle esta carta, para contarle una anécdota especial con el primer libro suyo que leí. Monseñor Quijote. Llegué a ese libro porque mi padre, tal vez viéndome perder entre las revistas de moda en los años 90 o en la televisión que solo emitía dos canales, decidió prestarme esa novela suya: una edición de Emecé que ya tenía los años inscritos en el color amarillo-tiempo de sus hojas, y en la portada que estaba a punto de caerse del libro, como la hoja seca de un árbol.  Decidí leerla porque la vi corta, con pocas páginas en su interior, pero antes, con cinta y pegante organicé la portada y le volví a dar vida, para que ...

Las cartas de la ficción

Yeni Zulena Millán Hoyos, José. (2016). Hilo de Araña. Colección de escritores pereiranos. Pereira. Instituto municipal de cultura y fomento al turismo. 119 páginas Un solo movimiento y la resonancia se extiende entre países disímiles; entre personas acaso escépticas que atienden, sin advertirlo, al llamado de alguna conjetura. O de algún miedo. O de algún genio libresco con potestad de resolver o desmembrar sus sueños. Hilo de araña se asoma a los ojos del lector como una ruleta cabalística de trece cuentos. Al reverso de la baraja están los ejercicios epistolares entre personajes, los libros que revelan pasadizos ocultos a otras secciones de la realidad, la ironía para deshabituar la literatura de los olimpos pretenciosos de la academia y la seriedad: obliga a poner el oído de nuevo en tierra para descubrir el rumor de agua que alimenta silentemente la ocasión y la casualidad. “Correspondencia telúrica” parece decir que aquello que más fervientemente buscamos quiz...

Correspondencia abierta (VI)

Santo Domingo XI – XXVI – MMXVI Recordado A. M.: Estoy junto a Cuba y Fidel ha muerto. Mis padres duermen mi hermana ha muerto. Desde esta isla habré de remontar el trayecto a Bogotá y de ahí a la Ciudad de México para continuar con mis juicios y mis empresas. Todos estos kilómetros en unas cuantas semanas, intacto el imaginario que hago de tu viaje entre Amberes y Buenaventura. Imagino tu Tramp Steamer, que cruzó las aguas de tu pluma frente a Costa Rica, imagino mi avión cayendo a la cita con las memorias de ese barco, cuando entre meridianos y paralelos, la geografía nos dé encuentro. Álvaro, debo decirte que parte de mi fracaso como escritor se lo endilgo a no haberte conocido. Y algo más: tengo diez años cargando este libro tuyo que he regalado igual número de veces y del cual nunca me atreví –hasta ahora–, a pasar de la página 200; no quería agotarlo, no quería quedarme sin este libro tuyo que ha sido un mapa, una almadía del alma mía. Una vez hace años en ...

Correspondencia abierta (V)

Sr. Tomás Carrasquilla, o Tomasca como le digo con el más respetuoso atrevimiento: por sus cuentos empecé a amar la lectura. Por los finales de sus textos aprendí que no todo es tan predecible como uno piensa. Para mí usted es el dueño de los mejores finales que he leído en mi vida. Así que o no leído mucho o de verdad es usted un genio. No le perdono que Simón no haya volado ¿Cómo no va a volar? Si Gabriel García Márquez hizo que un señor muy viejo tuviera alas enormes y que un ahogado fuera el más hermoso del mundo, cómo tú, querido Tomasca, no ibas a hacer posible que Simón fuera un mago y volara. Cuando tenía 7 años mí tía Ana me dijo por primera vez:“Niña, usted parece Peralta” y yo no tenía ni idea de lo que estaba hablando. Lo entendí unos años más tarde cuando me encontré con En la diestra de Dios padre.  En todo caso, el cuento que me haría tomar una decisión determinante en mi vida fue El ánima sola… para una niña de 11 años que empezaba a sumergirse en el mundo d...

Correspondencia abierta (V)

Señor Lem: Usted es un tipo inteligente: en su autobiografía escribió que su coeficiente intelectual es de 180. A los 15 años, en 1937, usted era uno de los jóvenes más brillantes de toda Polonia, pero no necesitaba ser un genio para saber que ninguna distinción le serviría a un descendiente de judíos en los albores de la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, la inteligencia solo servía para burlar la muerte. Tengo entendido que evadió a los nazis con papeles falsos, aunque varios de sus familiares fueron asesinados. De la remembranza de aquellos días surgieron novelas como Memorias encontradas en una bañera (1961), cuyo título evoca recuerdos hundidos en las lagunas de la mente. Sin embargo, se trata de una novela de ciencia ficción. Casi todas sus obras exploran el futuro. El primer libro suyo que leí fue Golem XIV (1981), en diciembre de 2013, gracias a una persona que nunca supo el tremendo favor que me hizo. Golem XIV, esa supercomputadora que usted describe, me pareci...

Correspondencia abierta (IV)

Querida Ágatha, pude haber enviado esta carta antes de tu muerte. Previo a aquel triste inicio de 1976, ya había bebido, a tragos cada vez más cortos, apremiado por dilucidar tus tramas de tenues pistas sembradas en cada párrafo y  por saber quién o quiénes fueron los asesinos, las adictivas pócimas de tus relatos policiacos; no obstante, salvo algún anónimo de retorcida caligrafía, dirigido a Patricia T., sección femenina en el colegio del barrio, iniciando el bachillerato, excepto una que otra tarea escolar redactada con desgano, y lacónicas postales cruzadas con mi primo Edilberto, becado en una universidad gringa, no había escrito entonces una línea. Bueno, querrás enterarte del motivo de mi mensaje, más de cuarenta años después del inicio de tu sueño eterno. Bien, hace poco recibí en el buzón (hoy día ya no consiste en la romántica urna con cerradura y pedestal donde coincidían facturas, avisos comerciales, o mensajes de enamorados, ni está en el exterior de las vivien...

Correspondencia abierta (III)

Querido Julio, no sabría decirte si Silvio es tu mejor cuento, aunque lo menciones con tanto entusiasmo en tu diario. Debo admitir que me pone a pensar. Te veo en su soledad, me veo a mí, a los dos, hurgando entre aquel rosedal para entender la vida. Pues “no podía ser esa cosa que se nos imponía y que uno asumía como un arriendo, sin protestar”. A mí, por ejemplo, me gustan más tus cuentos de borrachos, de pobres diablos. Quizá porque soy uno de esos y, cuando te leo, siento que me estás escribiendo. Si creyera en un dios, seguro sería como tú, Julio: con tus cigarrillos, con tus dos pozos a punto de desbordarse por tu cara, con tu cuerpo como una calavera, con la piel forrándote los huesos igual que un caucho quemado por el sol. Las botellas y los hombres, Los gallinazos sin plumas. ¡Qué cuentos! También el Embarcadero, por supuesto, que describes como lleno de una aplastante tristeza. Yo escribí uno de borrachos donde tú apareces. ¡Qué gusto sentí al sentarte frente a la vi...

Correspondencia abierta (II)

Carta para Don Fernando, poeta desconocido en la ciudad. Escribir con temor, avanzar con las letras mientras a la memoria llegan los versos que usted, Don Fernando Arbeláez Garcés escribió, tal vez, para que alguien como yo, un hombre de provincia, viera la luz del mundo. Temblar al escribir para usted, porque sus poemas son las voces que el viento trajo hasta aquí para llenar los días de Humo y preguntas y no poder detenerme al escribir que su muerte se borra de las páginas de los diarios locales y en la memoria de los hombres de su ciudad (de neblina y ceniza) su nombre es ajeno. Quiero escribir esta carta para arrebatarlo del olvido, como una acción de gracias para usted al que me ata una amistad benévola y tirana, escribir como un acto de reivindicación para su fantasma que se quedó a vivir en mi biblioteca y se empeña en repetir que en el fondo de esta calle encontraré unas manos. Es agosto, bajo la fría luz de Manizales su poesía me habita, y el aprendiz que so...

Correspondencia abierta

Incomparable Carmelina Cierro los ojos con fuerza y aparecen las flores árticas que producen sus versos. Se hace la noche y me introduzco en esa habitación con pez y lámpara; como un fantasma en víspera de una próxima vida, trato de descifrar esos susurros, de ver la adolescencia de esos rostros que atestiguaron la conversión de sus ojos en un salar interrogante. Tanto tiempo ocupado y tan poco disponible para preguntarse. Sábato lo vio venir; una inminencia de máquinas desoladas, de vidas comprimidas y opacas, de ceguedad ante el otro: la enfermedad de hoy es la soledad de embarcadero, la de la risa desgonzada. Distinta usted, porque lo sabía: verse a sí misma era permitir que alguien más no desapareciera; sin importar si el día fuera fabricado entre gritos, sólo importaría estar vivo, cumplir con ese acto vital de júbilo y lamento. Resistir, resistir… especie de maná imperativo ¿Dónde hallar combustible para reconfortar el espíritu, para revivir esas almas otrora ardientes? A...

Los secretos del Boom Latinoamericano

https://es.pinterest.com/explore/literatura/ Pedro Lastra es un poeta chileno que nadie asociaría con el Boom latinoamericano, pues su reconocimiento no es tan amplio como el de Cortázar, Borges, Márquez o Llosa, de hecho él no hizo parte de este selecto grupo, él tenía algo más importante que este momento literario, él tenía en sus manos los secretos de los autores del Boom. El poeta chileno guardó celosamente una correspondencia que data desde 1954 al 2002. Es un archivo de unas 900 cartas que conservaba con mucho cuidado pues en ellas, hay historias diversas sobre los autores del boom, que en aquel entonces, ya estaban en Francia, Londres, París y España. Pedro Lastra mientras estaba en Chile mantuvo correspondencia con los autores latinoamericanos y en aquellas hojas ya un poco amarillentas y agotadas por el tiempo, cuentan por ejemplo, el afán de Márquez porque aún no se publicaba Cien años de soledad. "Cien años de Soledad sale a la calle el 6 de junio. La inminent...