Una de las cosas tristes del mundo es el hecho comprobado de que almas geniales y brillantes tienen la desgracia de nacer en países miserables, en regímenes políticos absurdos que hacen hasta lo imposible para impedir que dejen su legado a la humanidad. Son tantos los obstáculos que hay que superar que la vida del genio se extingue. Pero no siempre son los regímenes dictatoriales los que hacen el trabajo, a veces es sólo la mala suerte como en el caso del animador Quirino Cristiani, autor del primer largometraje sonoro de la historia, que perdió todas sus películas, excepto El Mono relojero, en dos incendios, uno en 1957 y otro en 1961. De Férenc Rófusz no se podría decir que tuvo mala suerte si no fuera porque su trabajo se desarrolló durante el régimen comunista. Rófusz cambió definitivamente el concepto de la cámara subjetiva arrebatándosela a la óptica de la cámara cinematográfica y en 1981 se hizo merecedor con A Légi (una mosca) del Óscar a mejor corto animado, premio que no pudo recibir porque los comunistas no lo dejaron salir del país para ir a la ceremonia. Se llevó una gran sorpresa mientras veía la transmisión cuando un tipo que no conocía subió al escenario y recibió el premio por él. Traduzco un recorte de LA Times en 1981:
“Los funcionarios de la Academia seguían preguntándose el jueves en la madrugada si había sido el verdadero Férenc Rófusz quien había recibido el premio. Rófusz, el productor húngaro del corto animado “The Fly” no se había registrado para acudir a la ceremonia pero, tan pronto los presentadores Alan Arkin y Margot Kidder anunciaron que la academia aceptaría el premio en nombre de Rófusz, un hombre barbado subió a la tarima, dio un pequeño discurso de aceptación, posó para las fotos reglamentarias y se fue con el Óscar dejando un aire de misterio.”
Tras
haber ganado el Óscar, justo en medio de la ocupación estatal rusa, Rófusz fue
seguido escrupulosamente y su talento no pudo prosperar o así se hizo parecer,
de sus trabajos siguientes Gravitáció (1984) y Holtpont (1985), el primero
apenas consiguió distribución y el segundo estuvo oculto durante casi veinte
años. Los dos cortos podrían entenderse como una afrenta al aparato comunista, en
Holtpont las voces originales de los soldados estaban en ruso no en húngaro,
pero para sobrevivir a mayor mutilación fueron cambiadas por la versión del
soldado desconocido de The Doors. En 1988 Rófusz entró a trabajar al estudio
Nelvana de Toronto, trece años después, en el 2002, regresó a Hungría. Cease fire!, Dog’s life y Ticket son algunos de sus trabajos recientes.
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