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"Tus borradores cuentan la historia de tus fracasos": Roth


Tras obtener el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y las Letras en 2012 y no poder asistir a la entrega debido a tres operaciones de espalda que le impiden movilizarse, Philip Roth anuncia que ha dejado de escribir desde hace tres años y que ya no piensa volver a hacerlo. Solo trabaja en la organización de su archivo personal para dar paso al biógrafo. Tiene 79 años y es el autor de una treintena de novelas y libros de ensayo y de memorias entre los que se cuentan obras tan memorables como El lamento de Portnoy y Pastoral Americana. Némesis, publicada en 2010 será, según él, su última novela. La entrevista completa al medio francés LesInrocks.
Una nota traducida puede leerse en Pijamasurf:


Roth: "Escribir es nunca tener la razón. Todos tus borradores te cuentan la historia de tus fracasos. No tengo más energía para la frustración, más fuerza para confrontarla. Porque escribir es estar frustrado: uno pasa su tiempo escribiendo la palabra incorrecta, la frase incorrecta, la historia incorrecta. Uno se equivoca sin cesar, se fracasa sin cesar y se debe vivir así en una frustración perpetua. Uno pasa su tiempo diciéndose: eso, eso no pasa, es necesario recomenzar, eso, eso tampoco, y recomenzar. Estoy cansado de todo ese trabajo. Atravieso por una época diferente de mi vida: he perdido toda forma de fanatismo. Y no siento ninguna melancolía.
[…] pienso que todo en la vida es una cuestión de suerte o de mala suerte. No creo en el psicoanálisis ni en un inconsciente que guía nuestras decisiones. Tenemos solamente la suerte o la mala suerte de realizar ciertos encuentros que serán buenos o malos para nosotros. Mi primera mujer, por ejemplo, resultó ser una criminal ―robaba sin cesar, mentía, etc. ― a quien yo no había escogido por eso, yo detesto a los criminales. Pero ahí está, tuve la mala suerte de casarme con una mala persona. Los psicoanalistas dirían que la escogí inconscientemente: no lo creo; pero en cierta forma eso coincide con mi punto de vista según el cual, frente a la vida, somos inocentes. Hay una forma de inocencia en cada uno de nosotros en la manera en que abordamos la vida.
Razonable. Pero dejar de escribir a los ochenta después de varias obras ejemplares puede tomarse como unas merecidas vacaciones. La noticia sería dejar de escribir a los treinta. Ya veremos los borradores fracasados publicados como póstumos cuando los empiece a emitir el chacal Andrew Wyllie y Random House cual papel moneda.

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