A los 92 años falleció Dave Brubeck, uno de los pianistas y compositores celebrados del siglo XX. Juan Carlos Piedrahita escribe un bello obituario en El Espectador. Dice:
La conquista paulatina era su finalidad. Pocas veces durante la primera escucha de una de sus piezas se lograba detectar todo su potencial. Brubeck crecía con su composición, arte en el que mezcló el saber académico heredado de su madre y el resultado de horas de estudio de los más importantes autores clásicos con lo que aprendía de aquellos músicos empíricos que conoció durante sus reducidas temporadas como miembro activo del ejército de Estados Unidos y a los que dirigió en su primer proyecto orquestal serio.
Dave Brubeck tenía la particularidad de hacer sonar un cuarteto, uno de sus formatos más empleados junto al saxofonista Paul Desmond, amigo inseparable y cómplice artístico; el contrabajista Gene Wright, y el baterista Joe Morelo, como si se tratara de una ensamble multiinstrumental en el que el punto de encuentro era la libertad.
“Esa es la belleza de la música. Uno puede tomar una pieza de coro sacro de Bach e improvisar. Sin importar de dónde viene el tema, se puede adecuar al jazz”, decía Brubeck cada vez que le preguntaban por su decisión de inclinarse hacia las manifestaciones jazzísticas olvidando su formación clásica. El secreto del norteamericano es que jamás los archivó, simplemente los adaptó para el beneficio del jazz.
Pocos días antes de cumplir 92 años, Brubeck murió.
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