Ir al contenido principal

Emberas: indígenas que vivían como artistas [Le Clezio]



Hace 40 años Le Clezio convivió en las selvas del Darién, entre Panamá y Colombia con los indios emberas. Huía del mundo literario y de esta convivencia con un pueblo aislado nació su libro Haï. Para Revista Semana la periodista Maria Jimena Duzán entrevistó a Jean Marie-Gustav Le Clezio y el escritor de visita extendida en Colombia recordó esos años:


MARÍA JIMENA DUZÁN: ¿Sigue sintiéndose como un indio?
JEAN MARIE LE CLÉZIO: Es una frase un poco radical, que escribí hace 40 años. Pero a pesar de que lo sea, no he cambiado de pensamiento. Lo que yo quise decir en esta frase es que lo que encontré entre los emberas fueron personas muy parecidas a mí y que me mostraron que yo afortunadamente no era un caso aislado. Le recuerdo: soy de las islas Mauricios, pero me crié en el sur de Francia. Mi  educación fue totalmente distinta a la francesa.
De pequeño me inculcaron el autocontrol, el no hablar demasiado, el respeto ante los mayores y nada de eso era norma en el sur de Francia donde son abiertos, hablan demasiado y son tremendamente expresivos. Ante ellos, yo me sentía como un miembro de una tribu desaparecida. Por eso cuando encontré a estos indígenas y los vi tan elegantes, tan controlados en un medio como la selva y que los niños eran educados en un tremendo respeto por los ancianos y que debían cumplir con unas rígidas normas de disciplina que mi padre también nos imponía, me sentí como en casa. Nosotros teníamos que despertarnos a las seis de la mañana, acostarnos a las ocho de la noche, lavar nuestra ropa, hacer la comida, mientras los demás niños iban al cine.
M. J. D.: ¿Y aprendió a cazar como lo hacen los emberas y guananas?
J. M. L.: ¡Nooo..!. Soy muy alto y en la selva yo era muy torpe porque me pegaba con todas las ramas de los árboles. Sí salía a cazar, pero es que ellos son atletas extraordinarios y pueden correr por la selva tres días seguidos. Cuando se cansan, se acuestan y descansan sin mayor problema.
M. J. D.: Usted dice en ese mismo libro Haï que esas comunidades le permitieron conocer sus mitos. Para eso tuvo que aprender su lengua además del español que por cierto, lo habla muy bien.
J. M. L.: Debo decir que yo soy bueno para escuchar. Me fui a la selva del Darién con la intención de estar abierto a todo y de aprender cosas nuevas. Aprendí la lengua básica, pero después encontré que hay una lengua literaria, un poco como sucede con el árabe, que era muy difícil. Poco a poco fui accediendo a sus mitos.
M. J. D.: ¿Y podía escribir en la selva?
J. M. L.: No, no podía. El clima lo impide. La humedad moja el papel, los esferos se secan. Intenté con la grabadora, pero hay una variedad de cucarachas chiquiticas que se comen los transistores y grabadoras. Hay hormigas y montones de insectos que son hostiles a la maquinaria moderna.
M. J. D.: ¿Y cómo hizo para durar casi tres años sin escribir nada?
J. M. L.: Es que yo llegué a esa selva para eso, para olvidar el mundo literario.
M. J. D.: ¿Y por qué quería olvidarlo?
J. M. L.: Ah, porque probablemente estaba atravesando una crisis en mi interior y mis opciones en ese instante eran o ir a donde un psiquiatra o hacer algo completamente nuevo. Escogí lo segundo. Me fui a la selva del Darién y no me equivoqué. Encontré a una gente muy receptiva que tiene un gran conocimiento de la mente y de la psicología humana. Es más, entre ellos tienen especialidades en ese campo. Hay una serie de hombres y mujeres que se dedican a sanar problemas interiores. Allí recuperé mi equilibrio entre el mundo interior y el mundo exterior.
M. J. D.: ¿Ha vuelto a la selva en estos 40 años? Se lo pregunto porque no sé si sabe que la situación de esas comunidades ha cambiado desde entonces, sobre todo en el lado colombiano donde han sido víctimas del conflicto. Primero de la guerrilla, luego del narcotráfico y ahora de las bandas criminales. Muchos han sido desplazados de sus tierras.
J. M. L.: Sí, eso me contó el escritor Óscar Collazos. Me ha dicho que hay muchos que se están muriendo de desesperación debido a que son tan respetuosos de los demás y del medio ambiente que cualquier desequilibrio los afecta mucho. Ellos eran seminómadas, pero por la amenaza de los narcos y de las bandas armadas han tenido que agruparse en los pueblos. Ellos eran una democracia anarquista y eso lo han ido perdiendo.
M. J. D.: En su hermoso discurso de aceptación del premio Nobel, El bosque de las paradojas, recordó también a estas comunidades indígenas del Darién y en especial a Elvira, una indígena que según usted era una prodigiosa contadora de historias.
J. M. L.: Sí, me acordé de ella porque me dio confianza en mí mismo. No escribía, pero sin duda era una gran escritora porque tenía una capacidad impresionante de inventar y de mezclar los mitos y la realidad en las historias que contaba. En mi vida ha habido dos mujeres que influyeron muchísimo. Mi abuela que era una contadora nata, a pesar de que tampoco nunca escribió y Elvira la contadora embera que conocí en la selva.
Después de haberla conocido, empecé a detectar a las mujeres que me inspiraban por su manera de contar historias y así encontré a mi esposa Jenia, que es también heredera de una sociedad nómada porque su familia proviene del Sahara Occidental. Con ella, fui al Sahara y descubrí que el desierto es como la selva. Un terreno hostil donde no hay nada, ni luz eléctrica.
M. J. D.: ¿Cuántas veces ha estado en Colombia?
J. M. L.: Con esta, es la segunda vez. La primera fue hace 40 años cuando crucé la frontera entre Panamá y Colombia a pie y llegué hasta Bogotá. Monté en lancha, chalupa, camión, bus, lo que fuera. La travesía por la frontera duró cinco días. Lo hicimos muy rápido porque yo iba con los guananas, que iban a toda prisa. Solo nos paró un aguacero impresionante que jamás he vuelto a presenciar. Luego llegamos a Ríosucio, después de pasar varios pantanos. Subimos por el Atrato hasta Turbo. De ahí tomamos un autobús hasta Medellín y luego nos fuimos a Quibdó a comprar plantas.
M. J. D.: ¿A comprar plantas?
J. M. L.: Sí, los guananas que iban conmigo necesitaban comprarlas para estudiarlas. Colombia es la universidad de las plantas para los curanderos. Otro de los guananas que viajaba conmigo iba a conocer a su mamá. La encontró e hizo el viaje de regreso a Panamá cargándola.  
M. J. D.: ¿Y cuánto duró el viaje por Colombia?
J. M. L.: Ese viaje duró algo más de un mes. Y siempre tuve el temor de que me detuvieran, porque cuando pasamos la frontera nadie me pidió papeles porque no había ninguna autoridad. Y me sorprendió el hecho de que para los guananas esa frontera no estuviera dividida porque siempre la llamaban la Gran Colombia. En ese instante, ya se sentía la presencia de narcotraficantes. En una ocasión, hombres armados nos hicieron parar el camión en el que íbamos y le preguntaron al chofer quién era ese gringo alto que viajaba con los guananas. Al final se fueron porque se dieron cuenta de que iban a desperdiciar sus cartuchos si me disparaban. Esa fue la Colombia que conocí hace 40  años, ahora quiero conocer las otras. Quiero ir a Cartagena y conocer a los palabreros wayuu de La Guajira.
M. J. D.: ¿No ha vuelto a hablar con sus amigos emberas y guananas?
J. M. L.: No. Luego de este viaje a Colombia volví a Panamá y me quedé un año más, pero caí enfermo con malaria y tuve que irme a París. Todavía siento la malaria en mi cuerpo. Sobre todo cuando estoy en París y voy al invernadero del jardín botánico, me vienen siempre accesos de malaria.
M. J. D.: Y cuando vuelve a Francia retoma la escritura y escribe su experiencia con los emberas y guananas y a esas crónicas les pone el título de Haï. ¿Eso qué significa en lengua embera?
J. M. L.: Significa 'verdad interior'. Escribí el libro porque un editor me dijo que escribiera sobre el arte en América Latina. Y le dije que de eso yo no sabía, pero sí podía escribir sobre una población que vivía como artistas. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Buenos Aires en cinco poemas

Pablo Di Marco      Tantas veces me han pedido mi opinión sobre temas de los que no tengo la menor idea, tantas veces me han pedido que escriba artículos sobre cuestiones inverosímiles…  Hoy podré darle un respiro a mi inutilidad. ¿Por qué? Porque los amigos de Revista Corónica quieren saber cuáles son mis cinco poemas favoritos que giren en torno a Buenos Aires. No se me ocurre trabajo más sencillo y grato. Podría nombrar cincuenta. Buenos Aires transpira literatura. En cada esquina, farol y empedrado se esconde la huella de algún poema, cuento o novela. No nombraré a los mejores, nombraré a los más queridos, a esos que viajan siempre conmigo, esos que recito y tarareo sin siquiera pensarlo.   “Setenta balcones y ninguna flor” de Baldomero Fernández Moreno      Este poema eclipsó al resto de la obra de Baldomero Fernández. ¿Cuál es su secreto? Intuyo que una irresistible alquimia de encanto, inocencia y sencillez. A lo que debemos sumarle el eterno debate en

Se estrena el documental basado en la vida de Jacobo Grinberg

Reforma, sobre la desaparición de Jacobo Grinberg, 1995 | Fuente: El País Jacobo Grinber Zilberbaum fue un psicólogo mexicano dedicado al estudio de la conciencia. Escribió medio centenar de libros entre los que destacan una serie sobre el chamanismo mexicano (Chamanes de méxico, Pachita), libros de cuentos como La luz angelmática, su libro de memorias La conquista del templo, manuales de experimentos llevados a cabo en el Laboratorio del Instituto Nacional para el Estudio de la Conciencia, investigaciones financiadas por la UNAM y el gobierno mexicano. Desaparecido en extrañas circunstancias, aún indeterminadas, su figura y obra ha retomado un impulso para su internacionalización. Estucha Grinberg, hija y heredera, ha relanzado una plataforma digital con la totalidad de la obra de Grinberg digitalizada . Y en el festival de Cine de Málaga España 2020 se ha estrenado el documental El secreto del doctor Grinberg . Grinberg egresó de la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde cursó la

Cinco poemas para un regreso

Por Carlos Alberto Castrillón* Me piden que escoja los cinco poemas de autores quindianos que más me gustan. De inmediato la mente se activa y permanece alerta por un buen rato. Regresan las viejas lecturas y los momentos gratos que la poesía favorece. La memoria se pone en “modo taxonómico”, pero al poco tiempo las jerarquías entran en crisis. Debo incluir un poema de El libro de los fantasmas, de Luis Vidales, poemario un tanto menospreciado ante el brillo de Suenan timbres; el poema ha estado marcado en ese libro desde hace 30 años. Es obligatorio agregar la poderosa «Canción del amor fugaz», de Carmelina Soto, que considero un ejemplo perfecto de su poética rebelde y autónoma. Un poema de Ricardo Cuéllar es indispensable para recordar una poesía densa y perdurable con la que conecté sin dificultades cuando la conocí tardíamente. Para el balance de tono, ya escogí uno de Omar García Ramírez, que ofrece el contraste perfecto, con la lucidez y el descreimiento que admiro en su poes

Que hablen de ti, aunque sea mal

Carlos Castillo Quintero E l nombre de Oscar Wilde va unido al ruido y la figuración. Mordaz y extravagante, este escritor irlandés sigue vigente con libros como «El retrato de Dorian Gray», «Salomé», o «La importancia de llamarse Ernesto». Sin duda Wilde fue una de las mayores personalidades de su tiempo; celebrado como poeta y dramaturgo, deslumbró a los salones londinenses con su ingenio. Fue acusado de sodomía, enjuiciado, condenado, y recluido en la cárcel de Reading. Murió en 1900, en el exilio, arruinado material y espiritualmente. Hoy, de su extensa obra que incluye poemas, cuentos infantiles, obras de teatro, libros de ensayos, una novela, y cientos de epigramas, son estos últimos los más leídos gracias a la explosión de las redes sociales. Escribió Oscar Wilde: “Hay solamente una cosa en el mundo peor que hablen de ti, y es que no hablen de ti” , frase que han traducido los asesores de imagen simplemente como: Que hablen de ti, aunque sea mal . Esta recet

Discurso de Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura 2022

Annie Ernaux, Premio Nobel, diciembre 2022 fuente: wmagazín Discurso de Annie Ernaux por el Premio Nobel de Literatura 2022. Traducción del francés de la revista mexicana Pijamasurf : ¿Por dónde empezar? Me he hecho esta pregunta decenas de veces delante de la página en blanco. Como si tuviera que encontrar la frase, la única, que me permitiera empezar a escribir el libro y barrer con mis dudas de golpe. Una especie de llave. Hoy, para afrontar una situación que, tras el estupor del acontecimiento –"¿de verdad me está pasando esto a mí?– mi imaginación me presenta con un miedo creciente, es la misma necesidad la que me abruma. Encontrar la frase que me dé la libertad y la firmeza para hablar sin temblar, en este lugar donde me han invitado esta noche. Esa frase, no necesito buscarla muy lejos. Surge. En toda su nitidez, su violencia. Lapidaria. Irrefragable. La escribí hace sesenta años en mi diario íntimo. "Escribiré para vengar mi raza". Se hacía eco del grito de Rimb