A sesenta años de su fundación, el sello Editorial Universidad Veracruzana ha sido consolidado como uno de los catálogos más serios de la edición literaria mexicana. Fundada por Sergio Galindo quien en los años 50s se dio a la tarea de rastrear la literatura de ilustres neófitos como Monsivais, Pitol, Onetti, García Márquez, Haroldo Conti, el sello saludaría a las grandes plumas del continente y lograría la proeza de mantenerse vigente a través de la segunda mitad del siglo XX y lo que va corrido del nuestro. Un dato destacable es que, además de las publicaciones académicas del alma mater, tal vez sea el único sello universitario que se ha mantenido fiel al espíritu de su fundador y sigue apostando por la edición de libros de ficción, poesía y traducciones. Hoy la editorial cuenta con dos colecciones memorables: Pitol traductor, con una veintena de libros traducidos por el autor ganador del Premio Cervantes, Sergio Pitol entre cuyos autores se cuenta Andrejewski, Conrad, Brandys, Firbank, y la colección Ficción con una apuesta por la literatura latinoamericana más reciente. La Revista Tierra Adentro que publica Conaculta de México ha entrevistado al editor responsable de la colección Sergio Pitol Traductor, Rodolfo Mendoza, y al director general que tuvo a su cargo el sello entre 2010 y 2013, Agustín del Moral Tejeda. Además dedica un artículo histórico a las publicaciones periódicas más memorables de México para destacar la influencia social y cultural de la revista La palabra y el hombre, adscrita a la Editorial Universidad Veracruzana, dirigida hoy por Mario Muñoz y fundada también 56 años atrás.
Sobre el contexto en que nació la editorial y la revista, dice Ave Barrera:
Sobre la trayectoria de la editorial, dice Agustín del Moral Tejeda:
Y sobre la colección Sergio Pitol Traductor, dice Rodolfo Mendoza:
Desde la segunda mitad de 2013 Edgar García Valencia es el director general de la Editorial Universidad Veracruzana.
Sobre el contexto en que nació la editorial y la revista, dice Ave Barrera:
La Universidad Veracruzana, fundada en 1944, consolidó su perfil humanista con la participación de renombrados intelectuales como el escritor Sergio Galindo, quien llevaría la batuta de una intensa labor institucional junto con el filósofo Fernando Salmerón y el entonces rector Gonzalo Aguirre Beltrán. Muchos académicos de otras instituciones del país se incorporaron al proyecto aportando ideas o como parte de la plantilla docente: el ensayista y catedrático José Pascual Buxó, el arqueólogo Alfonso Medellín Zenil, el poeta y periodista Ramón Rodríguez, Dagoberto Guillaumin, quien fuera director de la Escuela de Teatro del INBA y fundador de la Escuela y la Compañía de Teatro de la UV. Participaron también el historiador Xavier Tavera Alfaro; Adolfo García Díaz, filósofo de la UNAM; el compositor y director de orquesta Luis Ximénez Caballero, entre muchos otros artistas, investigadores y maestros. Como es natural, una labor así requería de un órgano de comunicación que diera a conocer las propuestas de todos estos intelectuales, y que al mismo tiempo sirviera como escenario para dar a conocer las ideas de colaboradores de todo el mundo. Es así como nace la revista La palabra y el hombre, bajo la dirección de Sergio Galindo, quien a la par dirigió el ambicioso proyecto editorial de la UV que difundiría muchas de las obras que determinaron el rumbo de la literatura mexicana y latinoamericana, así como las traducciones que hicieron posible el acceso a literaturas de otras latitudes.
Sobre la trayectoria de la editorial, dice Agustín del Moral Tejeda:
D. S: En este primer momento, la Editorial se volvió un puente de entrada para todos esos autores, como García Márquez, Leñero, Revueltas o Mutis, que terminar formando parte esencial de la historia de la literatura latinoamericana. La Editorial de la UV fue la primera en publicarlos, sin embargo, no siempre publicó sus obras cúspide. ¿Puedes recordar algunas obras que hayan sido la excepción? Es decir, que sí hayan sido fundamentales en la carrera del autor.
A. D. M: Pues, mira, bajo la dirección editorial de Celia del Palacio, se echó a andar una serie llamada Serie conmemorativa Sergio Galindo. Hasta donde la conozco (a mí me toca editar los últimos tres de quince títulos), puede ser un buen ejemplo para esto que me pides. Podríamos mencionar Infierno de todos de Sergio Pitol, El norte y la veleta oxidada de Emilio Carballido, Ognos de Luis Cernuda, Diario semanario y poemas en prosa de Jaime Sabines, Regiones de refugio de Gonzalo Aguirre Beltrán, Discurso de filosofía de José Gaos, Los hombres verdadero de Castro y Polvos de arroz de Sergio Galindo. Ahora, hay que aclararlo: estos son los títulos que en un determinado momento se decidió escoger, pero es obvio que también existen los textos de García Márquez u Onetti. Seguramente también influyó en la selección el tema de los derechos de autor. Aunque, bueno, ese puede ser un buen ejemplo.
Y sobre la colección Sergio Pitol Traductor, dice Rodolfo Mendoza:
R.M: La colección nación en 2007. Fue una idea que tenía yo de reunir las traducción que Sergio Pitol había hecho a lo largo de su vida. Como sabemos, él había comenzado a traducir en los años sesenta, con traducciones emblemáticas. A él se debe, por ejemplo, las primeras traducciones de muchos autores polacos. Para 1967 tenía ya preparada la Antología del cuento polaco contemporáneo, donde había alrededor de 20 autores, muchos de ellos, con su primera traducción al español; pero también, para ese momento, Sergio ya había hecho traducciones del inglés y del italiano. Y todas ellas habían quedado diseminadas en varios países, entre México, Argentina y España, traducciones que, al paso del tiempo, se volvieron emblemáticas, como aquellas de Henry James (Los papeles de Aspern y Washington Square) o, para seguir hablando del inglés, de Firbank con Las excentricidades del cardenal Pirelli o la famosa traducción de El corazón de las tinieblas de Conrad. Entonces, Sergio, el Sergio viajero que también conocemos, lugar al que llegaba, lugar donde devoraba la literatura, y al devorarla, descubría que había autores que no se conocían en español. Es decir, aunque tradujo, del ruso, Un drama de caza, la única novela de Chejov, se dio cuenta que no estaba traducido, por ejemplo, Pliniak. Al pasar por Italia, traduce a Luigi Malerba o Elio Vittorini, que tampoco estaban en español. Pero te decía que muchas de esas ediciones habían quedado dispersas en todas partes o ediciones inencontrables. Por citarte un caso, la de Witold Gombrowicz, que después sería Bakakai, habían aparecido, los tres primeros cuentos, en un librito que se llama La virginidad y otros cuentos, en una edición que el dirigía para Tusquets. De tal manera que, cuando me di cuenta, durante mi camino de editor, tenía treinta o cuarenta títulos traducidos por Sergio, que no estaban en ningún lado, y que no circulaban, salvo Cosmos, El corazón de las tinieblas y algunas cosas de Henry James. No circulaba lo de Lu Hsun, por ejemplo, ni El ajuste de cuentas de Tibor Déry ni La señora Z de Kazimierz Brandys. No circulaban muchas cosas que, según yo, valía la pena que el lector en español conociera. Así que, previo consentimiento de Sergio, le propuse hacer la colección a la Editorial de la Universidad Veracruzana. Aceptaron hacerla. Comenzamos a ver toda la parte de trámites de derechos de autor, obtuvimos el permiso de los diecinueve autores que conforman actualmente la colección. Y se hizo.
Desde la segunda mitad de 2013 Edgar García Valencia es el director general de la Editorial Universidad Veracruzana.
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