Luis Carlos Bermeo Gamboa. Editor en revista Barbarie Ilustrada.
— El mago de Viena, Sergio Pitol: un maestro del ensayo digresivo, un autor sin vergüenza de exhibir su vida, de hacer memoria mientras ensaya comentarios de sus autores, de la creación de su obra, a la que quedamos invitados a leer. Pitol es un gran re-descubridor de la literatura, nos muestra a los autores conocidos y desconocidos como jamás leídos, nos obliga a re-leer.
— El arte de la fuga, Sergio Pitol: leí primero El mago de Viena, aunque cronológicamente es posterior a este, y al El viaje (2000), los tres son La trilogía de la memoria; una afortunada proeza de la literatura en español, Pitol logra jugar con todos los géneros sin salirse del ensayo.
— El miedo a los animales, Enrique Serna: la única novela —caricatura del mundillo literario mexicano que bien podemos igualar, en cuanto frivolidad y esnobismo, al colombiano— a la que hemos podido acceder en Colombia los lectores de Serna, uno de los moralistas mexicanos —moralista en el sentido que lo fue William Hazlitt o Chesterton— que también es narrador. Aparte de esta novela, sólo conocemos lo que sale en medios mexicanos como Letras Libres y Crítica. En 2013 publicó, en México, los cuentos La ternura caníbal y el ensayo Genealogía de la soberbia intelectual, acá nos quedaremos con las ganas.
— Los bárbaros (ensayos sobre la mutación), Alessandro Baricco: una aproximación a la cultura hecha por un humanista sensato, no por un intelectual nostálgico —Vargas Llosa—, que somete a ironía la tradición de la alta cultura occidental. Para Baricco la cultura no ha decaído, sino mutado en otra que no debemos combatir —al final los bárbaros se impusieron—, sino de la que debemos resguardarnos —manteniendo a salvo aquellos valores que hayan sobrevivido a la crítica— hasta nuevo aviso.
— Borges profesor (Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires), edición de Martín Arias y Martín Hadis: algunos llegamos a imaginar cómo sería que Borges nos enseñara literatura, pero no latinoamericana de la que quiso saber poco, soñamos que Borges nos enseñara literatura inglesa, este libro es el simulacro de ese sueño. La fortuna hizo que los editores rescataran los audios de las manos de ex-estudiantes que las conservaron en su momento con la modesta intención de repasar para sus exámenes. Exceptuando los ensayos sobre autores ingleses, este libro podría formar y complementar la visión que tenía Borges de la literatura inglesa, que no era otra que la sujeta a sus necesidades creativas, un tríptico junto a Introducción a la literatura inglesa y Breve antología anglosajona, escritos en colaboración con dos de sus íntimas María Esther Vásquez y María Kodama respectivamente.
— La función de la crítica, Terry Eagleton: la crítica en Inglaterra específicamente, que es la crítica que todos admiramos, aquí Eagleton analiza las razones por las que surge la figura del crítico en los siglos XVII y XVIII, en una sociedad de lectores con quienes estaban moralmente de acuerdo, cuyos máximos representantes fueron Samuel Johnson con sus publicaciones The rambler y The tatler, así como Joseph Addison y Richard Steele con The spectator. Luego las razones por las que decae la imagen del crítico que rompe sus lazos de consenso social y asume una posición moralizante desde la sátira y la ironía. También explica las corrientes opuestas de: la crítica amateur de los humanistas ingleses y la crítica profesional de las universidades, sus diferentes visiones de ese: “esquivo objeto ontológico conocido como literatura”.
— La barbarie de la ignorancia, George Steiner: resumido y más preciso que el En el castillo de Barba Azul, en esta entrevista que se lee como un ensayo, Steiner una vez más es cuestionado de cómo las sociedades más cultas de ciertas épocas resultaron justificando la barbarie, habla de cómo sobrevivió él, su familia y su biblioteca —enterrada bajo su casa en Francia— a la segunda guerra mundial, habla con soberbia de las matemáticas y con ignorancia de la música popular.
— Sombrero de ahogado, Jaime Jaramillo Escobar: “En esta tierra donde cada poeta se considera el mejor del mundo, —dice en su poema a Ciro Mendía— Él apenas se atrevía a ser el mejor de su calle”. Igual decimos de él, un poeta dedicado exclusivamente a sus palabras y a su poética personal, de la que son muestra Poemas de la ofensa (1968), este libro (1983) y Poemas de tierra caliente (1985). Sin embargo, en Sombrero de ahogado está su ars poetica: el poeta como encantador —culebrero sería el término preciso—, el río de la infancia, los maestros y los amigos, la violencia colombiana y la risa amarga del ironista: “No dejes de sonreír para que no se advierta tu miseria”.
— Moral laica, Robert Louis Stevenson: es el ensayo donde Stevenson desafía los principios de la sociedad victoriana en la que fue educado, influenciado por las ideas de Herbert Spencer, Walter Pater y John Ruskin. Es el único ensayo donde esa prosa amigable y fluida que disfrutamos en Apología del ocio se torna enfática y acusatoria, es un Nietzsche bien peinado.
— Sueños de sueños seguido de los tres últimos días de Fernando Pessoa, Antonio Tabucchi: recién ido el 2012, fue uno de los últimos herederos de la más clásica genealogía de narradores europeos, pero el término debe ser fabuladores originales, aquellos cuyo único propósito es lograr que el lector sueñe, o en su defecto que no despierte. Aquí Tabucchi narra sueños que acepta son de otro, aunque él también los ha soñado.
— El mago de Viena, Sergio Pitol: un maestro del ensayo digresivo, un autor sin vergüenza de exhibir su vida, de hacer memoria mientras ensaya comentarios de sus autores, de la creación de su obra, a la que quedamos invitados a leer. Pitol es un gran re-descubridor de la literatura, nos muestra a los autores conocidos y desconocidos como jamás leídos, nos obliga a re-leer.
— El arte de la fuga, Sergio Pitol: leí primero El mago de Viena, aunque cronológicamente es posterior a este, y al El viaje (2000), los tres son La trilogía de la memoria; una afortunada proeza de la literatura en español, Pitol logra jugar con todos los géneros sin salirse del ensayo.
— El miedo a los animales, Enrique Serna: la única novela —caricatura del mundillo literario mexicano que bien podemos igualar, en cuanto frivolidad y esnobismo, al colombiano— a la que hemos podido acceder en Colombia los lectores de Serna, uno de los moralistas mexicanos —moralista en el sentido que lo fue William Hazlitt o Chesterton— que también es narrador. Aparte de esta novela, sólo conocemos lo que sale en medios mexicanos como Letras Libres y Crítica. En 2013 publicó, en México, los cuentos La ternura caníbal y el ensayo Genealogía de la soberbia intelectual, acá nos quedaremos con las ganas.
— Los bárbaros (ensayos sobre la mutación), Alessandro Baricco: una aproximación a la cultura hecha por un humanista sensato, no por un intelectual nostálgico —Vargas Llosa—, que somete a ironía la tradición de la alta cultura occidental. Para Baricco la cultura no ha decaído, sino mutado en otra que no debemos combatir —al final los bárbaros se impusieron—, sino de la que debemos resguardarnos —manteniendo a salvo aquellos valores que hayan sobrevivido a la crítica— hasta nuevo aviso.
— Borges profesor (Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires), edición de Martín Arias y Martín Hadis: algunos llegamos a imaginar cómo sería que Borges nos enseñara literatura, pero no latinoamericana de la que quiso saber poco, soñamos que Borges nos enseñara literatura inglesa, este libro es el simulacro de ese sueño. La fortuna hizo que los editores rescataran los audios de las manos de ex-estudiantes que las conservaron en su momento con la modesta intención de repasar para sus exámenes. Exceptuando los ensayos sobre autores ingleses, este libro podría formar y complementar la visión que tenía Borges de la literatura inglesa, que no era otra que la sujeta a sus necesidades creativas, un tríptico junto a Introducción a la literatura inglesa y Breve antología anglosajona, escritos en colaboración con dos de sus íntimas María Esther Vásquez y María Kodama respectivamente.
— La función de la crítica, Terry Eagleton: la crítica en Inglaterra específicamente, que es la crítica que todos admiramos, aquí Eagleton analiza las razones por las que surge la figura del crítico en los siglos XVII y XVIII, en una sociedad de lectores con quienes estaban moralmente de acuerdo, cuyos máximos representantes fueron Samuel Johnson con sus publicaciones The rambler y The tatler, así como Joseph Addison y Richard Steele con The spectator. Luego las razones por las que decae la imagen del crítico que rompe sus lazos de consenso social y asume una posición moralizante desde la sátira y la ironía. También explica las corrientes opuestas de: la crítica amateur de los humanistas ingleses y la crítica profesional de las universidades, sus diferentes visiones de ese: “esquivo objeto ontológico conocido como literatura”.
— La barbarie de la ignorancia, George Steiner: resumido y más preciso que el En el castillo de Barba Azul, en esta entrevista que se lee como un ensayo, Steiner una vez más es cuestionado de cómo las sociedades más cultas de ciertas épocas resultaron justificando la barbarie, habla de cómo sobrevivió él, su familia y su biblioteca —enterrada bajo su casa en Francia— a la segunda guerra mundial, habla con soberbia de las matemáticas y con ignorancia de la música popular.
— Sombrero de ahogado, Jaime Jaramillo Escobar: “En esta tierra donde cada poeta se considera el mejor del mundo, —dice en su poema a Ciro Mendía— Él apenas se atrevía a ser el mejor de su calle”. Igual decimos de él, un poeta dedicado exclusivamente a sus palabras y a su poética personal, de la que son muestra Poemas de la ofensa (1968), este libro (1983) y Poemas de tierra caliente (1985). Sin embargo, en Sombrero de ahogado está su ars poetica: el poeta como encantador —culebrero sería el término preciso—, el río de la infancia, los maestros y los amigos, la violencia colombiana y la risa amarga del ironista: “No dejes de sonreír para que no se advierta tu miseria”.
— Moral laica, Robert Louis Stevenson: es el ensayo donde Stevenson desafía los principios de la sociedad victoriana en la que fue educado, influenciado por las ideas de Herbert Spencer, Walter Pater y John Ruskin. Es el único ensayo donde esa prosa amigable y fluida que disfrutamos en Apología del ocio se torna enfática y acusatoria, es un Nietzsche bien peinado.
— Sueños de sueños seguido de los tres últimos días de Fernando Pessoa, Antonio Tabucchi: recién ido el 2012, fue uno de los últimos herederos de la más clásica genealogía de narradores europeos, pero el término debe ser fabuladores originales, aquellos cuyo único propósito es lograr que el lector sueñe, o en su defecto que no despierte. Aquí Tabucchi narra sueños que acepta son de otro, aunque él también los ha soñado.
- El mago de Viena, Sergio Pitol.
- El arte de la fuga, Sergio Pitol.
- El miedo a los animales, Enrique Serna.
- Los bárbaros (ensayos sobre la mutación), Alessandro Baricco.
- Borges profesor (Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires), edición de Martín Arias y Martín Hadis.
- La función de la crítica, Terry Eagleton.
- La barbarie de la ignorancia, George Steiner.
- Sombrero de ahogado, Jaime Jaramillo Escobar.
- Moral laica, Robert Louis Stevenson.
- Sueños de sueños seguido de los tres últimos días, de Fernando Pessoa, Antonio Tabucchi.
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