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De poetas y laureles, dos poemas de Juan Aurelio García







Sueño de gloria


Ojalá pudieran los poetas
ser como los cantantes:
cultivar fama
y echarse a dormir

Escribir cuatro o cinco poemas memorables
para ser llevados a todas las audiencias
y salir siempre a hombros como los toreros
por la puerta grande
entre la lluvia tempestuosa de muchas flores
besos y grandes titulares

Hacer giras que los lleven
en el ocaso
a esos pueblitos que faltaron en la agenda
donde con mayor vigor se les aplaude
como a los viejos héroes

Ser, por ejemplo, un Leo Dan que no se agota
o el Gran Sandro de América
ese Camilo Sesto
que aunque hoy va de pueblo en pueblo
sin quitarse del todo la máscara
no termina aún la gira que la suerte le depara

Ser leído o escuchado mientras las mujeres planchan
y remueven en casa el polvo de viejos sentimientos

Y coronar la fama
con una obra rulfiana
breve
o coronar la obra
con una fama rulfiana

grande

Alabado sea dios


Dice
de nuestros poetas
la gente dice, repite y lo proclama
que son unos poetas regalados

De modo pues que nuestros poetas
son poetas regalados
quizás debido a un asunto de talla menor

Parece ser que los poetas de talla menor
viven del aplauso
es decir
del agua y del sol
como las flores

O sea que nuestros poetas son como las flores
como esa flores baratas
besitos de novia  les llaman
que a montones nos regala un buen día de sol
y que están a un tiro de piedra
de nuestras calles sitiadas por el trópico

La gente a veces asiste y los aplaude
tal vez porque resultan ser buenos oradores
quizás porque aunque no los entienden
hacen recordar a esos caciques
a esos manzanillos
a esos bufones de feria
a esos papagayos, a esos culebreros
que intentan despertar y acabar de hundir
en su letargia al ciudadano

Los poetas de talla menor
esos raros, extravagantes ejemplares de provincia
varados entre textos que cuelgan o guardan por ahí
con las cuentas por pagar de sus afugias
están siempre en la izada de bandera
en el cumpleaños del pueblo o la ciudad
en el día en que coronan a la reina
en su propio sepelio
o en el aniversario del colegio



Por supuesto, como todos los poetas,
no pueden competir con la farándula:
con un ojo de vidrio, son feos a menudo
o cojitrancos
con algo en su ser o en el espíritu
que promete tedio, soledad o paternidad irresponsable

Los poetas de talla menor son radicales, no se jubilan
suelen ser de talla menor hasta la tumba
y su obra es conocida por todos
absolutamente todos sus sobrinos

De todos modos los poetas menores
panaderos   profesores   rebuscadores   o   lagartos
son poetas regalados
que pueden incluso arrodillarse ante el poder por un aplauso

Pero si viene y resulta que nos parece bello y profundo su
poema
entonces será porque se trata de un regalo, de un milagro
de esas cosas de dios
y ello nos basta

Alabado sea dios que nos regala poesía.

Juan Aurelio García, docente y poeta colombiano Tiempo reunido es su más reciente libro publicado.



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