Ahora que su hermano Jaime reconoce públicamente lo que ya tantos comentaban: que García Márquez sufre Fiebre del olvido (la enfermedad que atacó a los habitantes de Macondo y que obligaba a todos a pegar tarjetas en los objetos para recordar los usos) y que nunca volverá a escribir, ahora, hay que recordar que la memoria de García Márquez ya no le pertenece a él. Permanece en sus libros, poetizada. Y la otra, la memoria pública, está en manos de todos aquellos que le conocieron, motivados por la casualidad o por la admiración que les produjo su obra. Ellos nunca pierden la oportunidad para decir: Yo también estuve ahí. Yo también lo conocí.
Recomendamos el documental que rueda por la web, Los días insólitos de Gabo, una producción de Rodrigo Castaño Valencia en la que se relata la vida de Gabriel García Márquez en París mientras redactaba El coronel no tiene quién le escriba. Es un video tipo código fuente que incluye retales de otros videos documentales (el de la BBC, el de la Unesco), pero orquestado de una forma novedosa. El eje de la narración es el reprochable (habrá que reconocerle algunos instantes de buena escritura que compensan su mala leche) Plinio Apuleyo Mendoza, Hernán Vieco, un arquitecto y el testimonio de primera mano de la actriz Tachia Quintana, la novia vasca de García Márquez en París y quien inspiró con su cantaleta a la esposa del Coronel a quien nadie escribe. Ellos también conocieron a García Márquez.
Recomendamos el documental que rueda por la web, Los días insólitos de Gabo, una producción de Rodrigo Castaño Valencia en la que se relata la vida de Gabriel García Márquez en París mientras redactaba El coronel no tiene quién le escriba. Es un video tipo código fuente que incluye retales de otros videos documentales (el de la BBC, el de la Unesco), pero orquestado de una forma novedosa. El eje de la narración es el reprochable (habrá que reconocerle algunos instantes de buena escritura que compensan su mala leche) Plinio Apuleyo Mendoza, Hernán Vieco, un arquitecto y el testimonio de primera mano de la actriz Tachia Quintana, la novia vasca de García Márquez en París y quien inspiró con su cantaleta a la esposa del Coronel a quien nadie escribe. Ellos también conocieron a García Márquez.
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