Como abrebocas al Hay Festival Xalapa 2012 les ofrezco, pirateado, un simpático artículo del singular escritor Stanislaus Bhor. Trata del día en que Vilas-Matas se presentó en Bogotá. Pero ese artículo lo ofreceré al final. Antes reproduciré unas páginas de mi Diario, en las que narro mi encuentro y mi impresión de Vilas Matas, así como otras circunstancias que acontecieron concomitantemente con la lectura de una novela suya:
Conocí en Xalapa a Vilas Matas hace un par de años. Le comenté que me parecía un tipo melancólico, casi esquizofrénico. Creo que entendió la observación como un insulto. Yo la hacía como elogio...
Y hace cuatro meses:
"Vacaciones en el Hotel Sandoz Playacar, Riviera Maya. Me traje a última hora una novela de Vilas-Matas, esa entidad que conocí hace años y que me miró desde unos ojos oligofrénicos con una expresión casi de asco cuando le dije que me parecía un habitante de los abismos. Lejos de Veracruz, se llama la novela (...) Sigo leyendo a Vilas Matas. Una frase rescato. Algo así como "me dedico al noble oficio de envejecer con dignidad". Me gustaría precisamente dedicarme a eso. Mientras más viejo me hago me acerco más a la virtud que presuponía Aristóteles como condición necesaria para alcanzar la felicidad. Desde mi llegada a este hotel de 45 estrellas, el Sandoz Playacar, he perdido: mi sombrero, mis goggles, mi maletincito con documentos y dinero, mi lap top, mi gorra comprada en Madrid. Afortumadamente me devolvieron todo --los ricos que se refocilan en este hotel de 45 estrellas no necesitan robar: para llegar a ser ricos ya robaron lo suficiente--, todo lo recuperé menos el sombrero (....) La novela de Vilas-Matas sigue sosteniéndose y sin embargo comienzo a pensar que es literatura de superficies, bufonadas para lectores intelectualosos. Hoy nos pasaremos a un hotel modesto que ya conocemos en el que por lo menos no hay cucarachas. A partir de ahora, sin embargo, los gastos se multiplicarán...
Ahora una fabulita: El escritor de medio pelo, c'est a dire MT, yacía en su tumbona al lado de la piscina en el Hotel Sandos Playacar cuando tuvo la visión fulminante de la belleza virginal y perfecta. Una niña de quizás trece años, enfundada en un sutil bikini de color rosa que transparentaba todas sus gracias. Se había despojado con toda tranquilidad y conciencia de su belleza de un bañador blanco a rayas y se exhibió gloriosa frente a aquel hombre que ya debía pasar de los sesenta años. Lo vio mirarla de reojo y accedió a reciprocarle la mirada. Luego se paseó ida y vuelta frente a sus ojos. Entró como una Venus primigenia en la piscina y luego salió aun más desnuda que antes y volvió a pasearse frente al hombre, que no podía disimular su admiración. Se escondía tras un libro de Vilas-Matas y lo apartaba ligeramente para mirarla. Ella, cada vez más consciente de la admiración, volvió a pasar al frente. El hombre le preguntó: ¿English, french, italian? Ella denegó. Finalmente dijo Russian. El hombre inmediatamente buscó un nombre ruso para asignárselo: Sonia, como un personaje de Dostoievski. Súbitamente apareció una mujer de mediana edad y le dijo al escritor de medio pelo es el colmo hasta d{onde ha llegado tu perversidad, es solo una niña. El escritor se reservó todos sus razonamientos y justificaciones y clavó la vista en en el libro y sin embargo siguió mirándola, mientras su mujer, desde la piscina le espiaba haciéndose la disimulada. Bailaba la niña al ritmo del tun tun tun de la música escénica y sonreía, entre burlonamente e insinuante pero de ninguna manera asustada. Luego se acercó a la niña una mujer entrada en carnes, ligerante rubia, que le dijo algo incomprensible, quizás ya vámonos. A partir de entonces la niña estuvo todas las tardes en el mismo rumbo de la tumona, con el mismo bikini sutil. El hombre procuraba no mirarla pero le era imposible".
Y aquí el artículo del señor Bhor...
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