Uno de los blogueros veteranos, Maximiliano Vega de Santamaradona, sigue activo en 2013 y acaba de publicar un monográfico sobre el comportamiento adecuado de los que quieren perdurar. Llega un momento en que la juventud, ese Dios de barro, empieza a derretirse y entonces hay que fijar decálogos para las generaciones venideras. El índice y los autores de este Manual:
Cómo esperar una epifanía
Mónica Sánchez Lázaro
Cómo contagiarse de estoicismo
Andrés Gualdrón
Cómo dedicar un gol
Norman García
Cómo sobrevivir una relación a larga
distancia
Olavia Kite
Instrucciones para evolucionar hasta
hacer la evolución irrelevante
Mauricio Duque Arrubla
Cómo perder la cabeza
JG Cozzolino
Cómo ser desfogado y primitivo
Macky Chuca
Cómo sobrevivir, seis tesis
Javier Moreno
Cómo diseñar una cantaleta para
resultados más eficientes
María Camila Vera
Cómo mantener la calma
Ana Malagón
Cómo decir adiós
Maximiliano Vega
Cómo olvidar una memoria
Oscar Rodríguez
Aquí se puede descargar el pdf con todos los contenidos.
Y aquí abajo un fragmento de Cómo perder la cabeza, por JG Cozzolino:
1. Concéntrese en alguna pérdida Papá se fue un día de casa. Un sábado. De agosto. Dejó los roperos sin su ropa. Dejó la cama sin su rastro. Un día de casa se fue papá. “Puto!” dijo mamá. “Puto!” Y que no lo podía creer. Se puso a llorar mamá. Ya no se querían, peleaban mucho, se insultaban mucho, se pegaban mucho. Pero mamá no se lo esperaba. “No puede ser tan hijo de puta!”, gritó mamá. Yo me metí bajo la cama. 2. Siéntase una víctima Papá se fue a vivir primero con mi abuela. Mi abuela se agarró la cabeza cuando me vio la primera vez que papá me trajo a su casa ya separado. “Y qué le doy de comer?”, dijo mi abuela. Mi abuela también estaba separada. Ahora está vieja. Le gustaba la poronga a mi abuela. Años atrás se la garchaba un jardinero. Papá no fue feliz mientras se la garchó el jardinero. Papá nunca me dijo que a su madre se la garchaba el jardinero. Mamá me lo dijo. Una vez. Mientras me contaba un cuento. Papá no regresaba a casa. Era la madrugada. Yo no me podía dormir. Mamá me contaba un cuento con duendes y de repente me dijo: “Tu abuela está caliente, decí que viene el jardinero” Yo no le entendí a mamá cuando me lo contó. Pero me quedó grabado. Cuando crecí un poco le entendí. Eran épocas tristes, como todas, en casa, pero esas tal vez más. Papá no me llevaba a lo de la abuela. Papá salía mucho. Cuando estaba en casa la puteaba a mamá hasta en escocés. A mí me llamaba Pendejo, Salí Pendejo, me llamaba. Nunca me levantó la mano papá. A mamá sí. A mí no. Mamá sí me levantaba la mano. Una vez mamá me pegó con el secador. Lo tenía encendido. Me quemó una pierna.
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