El ganador del premio Anagrama de Ensayo, Luis Goytisolo, con La naturaleza de la novela, se sitúa en la perspectiva de una generación de veteranos que señalan la decadencia de la exploración literaria y la muerte de la novela. El gran enemigo ya no la televisión, sino de las especializaciones y de internet que trivializa el formato y cautiva lectores. La nota en El País:
“Soy optimista respecto al futuro de la gran literatura”, afirmaba Luis Goytisolo tras anunciarse que su libro Naturaleza de la novela había obtenido el Premio Anagrama de Ensayo 2013, dotado con 8.000 euros. Y añadía: “en la actualidad leemos a los clásicos griegos y seguiremos haciéndolo en el futuro”. Rotundo, de entrada, pero con un matiz de enorme calado a continuación: “La novela está en declive. No acabará, pero será distinta”. “La considero en fase de extinción”, afirma el autor en el epílogo del libro.
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En El porvenir de la palabra (Taurus, 2002), volumen en el que reunió sus artículos ensayísticos y literarios escritos a partir de la transición, ya apuntaba algunos de los temas en los que ahora profundiza Naturaleza de la novela. “Todo ello”, explica, “me llevó a pensar en los orígenes de la novela; algunos factores han sido muy importantes, como la creación de la imprenta, el Renacimiento, el momento en el que la cultura se separa de la Iglesia...”.
A Goytisolo le preocupa que la lectura se convierta en una actividad especializada y que la gran mayoría deje de leer obras de cualquier tipo de creación literaria. “Me preocupa, en el fondo, que la cultura, y más concretamente la literaria, se convierta para las mayorías en algo prescindible, accesorio”, señala en el epílogo de su libro.
La revolución tecnológica e Internet “marcan una época tan importante como lo fue el nacimiento de la imprenta”, asegura. “¿Cuál será el futuro? Es muy difícil de imaginar, como fue difícil imaginar en el siglo XV lo que iba a significar la imprenta”. El escritor prevé que se inventarán nuevos artilugios que hagan la lectura más cómoda y, dice en el epílogo de su obra premiada: “El libro impreso se convertirá en un objeto de coleccionismo, algo así como un vino de reserva para sibaritas”. Luis Goytisolo relaciona el futuro de la lectura con el de la creación literaria. La novela, concluye en el epílogo de Naturaleza de la novela, es un género que “ha dejado de renovarse, de abrir nuevos caminos, y quienes de un tiempo a esta parte empiezan a cultivarlo no suelen hacer sino repetir fórmulas con mayor o menor talento. No es imposible que en el futuro alguien escriba una gran novela, pero sí tan improbable como que en la actualidad alguien componga una sinfonía equiparable a las de Mozart o Beethoven”.
Vista en retrospectiva, la literatura en serie facilitada por la imprenta, y la novela como medio total de información y distracción, ya perdió su reinado. La televisión también. Pero Internet trasladó el tiempo que la gente invertía a estas dos formas y otros medios (radio, cine, fotografía) y las puso juntas. La ruptura de las secuencias de tiempo y espacio que la gente usaba para informarse proporciona un cambio en la textualidad y un cambio en la disposición a la lectura. Desde una perspectiva generacional, donde escritores como Goytisolo ven una pérdida, otros, los más jóvenes, verán una oportunidad.
De otro lado, el finalista del premio de ensayo fue Jorge Carrión, por Librerías. Jorge Carrión es justamente uno de esos autores que ven una oportunidad de oro para transformar la novela donde otros ven el abismo. Al frente de Revista Quimera realizó números dedicados a los autores que participan del cambio de paradigma.
Naturaleza de la novela se publicará en mayo y en septiembre aparecerá Librerías, con la que Jorge Carrión resultó finalista del Anagrama de Ensayo. Su libro es un recorrido por librerías de todo el mundo, su historia, las relaciones que mantuvieron con escritores o cómo se convirtieron en centros culturales o de resistencia política. Carrión (Tarragona, 1976), doctor en humanidades por la Univrsidad Pompeu Fabra de Barcelona, donde imparte clases de máster de creación literaria, teoría del viaje y periodismo cultural, afirma que las librerías viven momentos complicados y que cuando corrija el libro tendrá que anotar alguna “defunción”, como la barcelonesa Catalònia. “Las librerías aparecen y desaparecen y se reconvierten, como una en Estambul que es también restaurante o las de Madrid que venden libros a peso. Sobrevivirán, pero tendrán que cambiar radicalmente”, explica.Curioso que el jurado premie por un lado a un texto que anticipa el fin de las novelas, y a reglón seguido un texto que aborda la transformación (que no la muerte) de la librería. ¿Si se acaban los libros como los conocemos, no se acaba de paso la librería? ¿Qué hacemos mientras? ¿Huir a los saldos? ¿Cambiar de oficio? Veremos.
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