El cantautor vasco Rafael Berrio falleció el 31 de marzo de 2020 en San Sebastián tras una larga lucha contra el cáncer. En 2009 publicó Niño futuro, que se añadió a 3 álbumes anteriores como solista: 1971, Diarios y Paradoja. En octubre de 2020 se ha anunciado la publicación de un vinilo y cd sin título con las últimas canciones grabas en Estudio. El cineasta Angel Aldadorno anuncia un documental en su memoria. En los últimos meses de vida Rafael Berrio se dedicaba a la revisión del libro que reuniría las letras de sus canciones. El proyecto ha sido editado por el cineasta Jonás Trueba y publicado por La Veleta. El diario vasco Noticias de Gipuzcoa da cuenta sobre la recuperación de la obra del cantautor español reconocido por el nivel poético de sus composiciones y los arreglos musicales en la diversidad de ritmos que exploró. Dice la nota de Harri Fernández:
"Para Rafa era muy importante hacer este libro y que fuera bello". En un inicio, Berrio se dirigió a Jonás Trueba para pedirle consejo. Quería publicar un libro que recopilase sus letras y, a sabiendas que el cineasta tenía contactos en varias editoriales, le consultó. Al final, ha sido el propio Trueba el que se ha encargado de la edición del volumen, llamado Absolución y publicado por La Veleta, y que se presentará mañana en Tabakalera, entre amigos.Carmen Fernández Oliván, Karmelo Iribarren, Jorge Carrero, Javier Aguirre, Iñaki Berrio e Itsaso Arana leerán algunas de las 86 letras de las canciones incluidas en el libro, mientras que Mikel Aguirre y Cheli Lanzagorta de Amateur, Maite Arroitajauregi (Mursego) y Diego Vasallo ofrecerán versiones en directo en un acto presentado por Gema Amiama, compañera de Berrio.Trueba le propuso que el libro fuese editado por La Veleta, "un sello de calidad", "muy delicado" y que publica a toda clase de "escritores raros". "Me parecía que a Rafa le iba como un guante", confiesa el responsable de La virgen de agosto. La Veleta está dirigida por el escritor Andrés Trapiello, "otro letraherido como Rafa". Aunque no se conocían, el cineasta sentía que entre el editor y el cantautor existía un "amor" por autores como Baroja y Pérez Galdós.En cuanto al proceso resultante de Absolución, fue un proceso de "decantación". Berrio tomó conciencia de que el libro debía ser lo más completo posible, si bien es cierto que descartó una serie de letras, sobre todo, aquellas que habían sido escritas por encargo: "No las despreciaba, pero sentía que las había escrito desde otro lugar, ajustándose a los grupos en cuestión para los que escribía. No las sentía tan suyas".La siguiente decisión que tomó el autor fue que las letras no siguiesen un orden cronológico, sino que se presentasen con "una especie de desorden más parecido a la vida". Para Trueba, "fue una aventura muy bonita" que se prolongó durante multitud de conversaciones hasta la víspera, incluso, de su muerte. Dos días antes, se pasaron muchas horas al teléfono; Berrio dedicó ese tiempo al libro: "Diría que fue repasando cada letra, verso a verso, con su exigencia de siempre". "Muchas veces leo las letras como si fueran poesía, intentando olvidar las melodías. Es entonces cuando te das cuenta de la personalidad tan fuerte que tenía como escritor", relata con admiración.Recuerda cómo conoció al músico. Fue gracias a un tercero que le envió el videoclip del tema Simulacro: "Fue escucharlo y me enamoré, me hice fan". Fue "amor a primera vista" de la canción y del "personaje" que salía en el videoclip. 1971 se convirtió en el disco favorito de Trueba. Escuchó todo lo que encontró hasta el punto de "obsesionarse". Preguntaba a sus amigos y nadie conocía a Rafael Berrio, "era un tipo un poco oculto", hasta que Víctor Iriarte, director de la Elías Querejeta Zine Eskola, le explicó quién era. En un viaje al Zinemaldia, por fin, se pudieron conocer, "en un bar, cómo no", bromea.―Harri Fernández
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