Ir al contenido principal

Visión desde el fondo del mar


En junio de 2011 la Revista El Malpensante de Bogotá publicó un reportaje de Camilo Hoyos Gómez sobre el proceso de corrección de pruebas del libro Visión desde el fondo del mar de Rafael Argullol. Trataba sobre un manuscrito de dos mil páginas de Argullol redactadas a mano y que Hoyos se encargó de digitar en un programa de texto como amanuense del autor. La cercanía al proceso de edición del manuscrito le llevó a hacer algunas observaciones filosóficas sobre la relación entre caligrafía y memoria, entre construcción y estructura, entre escritura y reescritura, entre testigo y hacedor del milagro. Una experiencia que transformó, al decir del testigo, su propia forma de escribir. 

La editorial Acantilado, que es la casa editora del autor catalán, tiene disponible una página web con un soporte visual para los lectores de este libro de memorias calificado por la crítica como uno de los libros fundamentales de la literatura española de comienzos de siglo XXI y emparentado con En busca del tiempo perdido por la utilización del material biográfico como potencial narrativo y autoreflexivo. La página ofrece fragmentos del libro, fotografías de paisajes y personajes y varias formas de navegación hipermedial que resultan una oportunidad para explorar los diversos soportes que empiezan a explotar el potencial de la web para la gran literatura. ¿Algún editor imaginativo se le ocurrirá hacer lo propio con el libro de Proust?

Escribió Camilo Hoyos sobre Visión desde el fondo del mar:


Un escritor que trabaja en computador contempla la impresión de su obra como el momento tête-à-tête con su producción: hay algo casto o puro en el momento de ver su materialidad porque ha salido del disco duro del computador, del archivador virtual, de la exclusividad de su lectura. Imprimir, en este sentido, es hacer del verbo carne. Diferente es la constante escritura a mano: desde un comienzo el autor no solo entra en abierta intimidad con el texto sino que lo ve crecer día tras día ante sus ojos. A ese carácter orgánico de la producción literaria se suma también lo orgánico del cuerpo mismo: el dolor y las largas sesiones de trabajo.
–Escribir a mano me llevaba a una circularidad fisiológica entre el papel, la tinta y mi brazo. Me di cuenta con el paso de los días, a lo largo de estos seis o siete años, que yo escribía fundamentalmente en la cama, a la romana –esto es, con un gran cojín triangular en la espalda y una especie de tabla sobre las piernas flexionadas–. Con el tiempo noté que me había marcado una especie de reloj diario, que era la muñeca: en el momento en que me dolía quería decir que todo lo que escribiera a partir de ahí sería superfluo, forzado: sería intentar ir más allá de lo que mi cabeza estaba en condiciones de hacer. El dolor era un aviso.
(Argullol se impuso desde el comienzo un ritmo de entre seis y ocho horas diarias de escritura.)
–Dependía del grado de fluidez, de organización del plan general adaptado a la escritura. En general calculé así, grosso modo, que la escritura a mano representaba una página por hora. Con lo cual, si el conjunto del manuscrito tenía dos mil páginas, yo habría estado trabajando ese mismo número de horas.
Dos mil horas. Ochenta y tres días ininterrumpidos de escritura. Esta cifra es apenas la punta del iceberg; para entonces aún faltaban la edición y la relectura.
–Y durante el año de revisión del manuscrito eliminé casi una cuarta parte, es decir, tiré por la borda quinientas horas –me comenta, sin resignación alguna–.

Lo primero que noté al recibir el primer legajo fue que Rafael por lo general escribía en hojas tamaño carta, de color blanco ahuesado, sin rayas, y que cada una de sus frases era insólitamente rectilínea. Más tarde me contó que no utilizaba, como yo creía, una hoja rayada debajo de aquella en blanco; tampoco una tabla alineada. Sencillamente la práctica de la escritura lo había entrenado para respetar siempre los mismos márgenes en los cuatro costados y para conseguir que las frases quedaran paralelas entre sí.
Al principio tuve problemas con su letra, una letra pequeña, despreocupada y ágil, indiferente al lector que no sea él mismo. Una caligrafía bastarda, inclinada hacia la derecha, como si Argullol escribiera sin presionar el esfero pero con la muñeca levemente ladeada. No era una caligrafía de molde, ejemplar: a veces las grafías carecían de altura en el renglón, escritas en espinosos bloques que parecían la superficie de un mar picado, del cual únicamente sobresalían las velas de la de, de la ele o de una te. Otras veces esa superficie estaba en calma y la caligrafía respetaba los manuales de antaño, y un vocablo de seis o siete letras estaba intacto, sus partes unidas entre sí, siguiendo las leyes impuestas desde tiempos escolares.
Así como Rafael se tomaba una hora por escritura de página, yo me tomaba más o menos lo mismo para la transcripción de diez. Estoy absolutamente seguro de que mi velocidad de transcripción, con las dificultades implícitas, estaba directamente relacionada con la fluidez y naturalidad con que él había llevado a cabo la escritura de determinado capítulo. Al principio copiaba con la hoja del manuscrito al lado del computador; luego en un atril. Por último decidí escanear las hojas e insertarlas en el documento de word para así tenerlas a la altura de mi visión y no perder tiempo mirando al costado.
–El proceso era muy rudimentario –explica Rafael–. Avanzaba lentamente y cada veinticinco páginas hacía una fotocopia de ese fragmento nuevo, porque tenía terror a perder lo ya hecho. Todo el tiempo tenía en mente que a los diecisiete años perdí una de mis primeras obras, también escrita a mano: un drama teatral que dejé en un taxi. Así que sacaba las copias, y luego te daba el manuscrito original a ti. Yo avancé siempre con el manuscrito. No consulté ese doble que tú estabas creando sino hasta el final, al momento de la revisión. Sabía que si me ponía a releer el texto mecanografiado que tú estabas generando, me habría quedado encallado y no hubiera avanzado. En cierto modo, es una consecuencia de escribir a mano. El trabajo en ordenador invita a curiosear respecto a lo que has escrito, porque es muy fácil con una tecla buscar algo. Con el propio manuscrito, en cambio, solo encontrar la página 153, en la que se manifestaba un detalle, ya era difícil.
[]
El recuerdo que se genera a partir de la escritura caligráfica permite, también, situarse en medio de una variedad de identidades –de caligrafías, pasadas y presentes, de visualizaciones de la palabra, de mares de tinta–.
[]
Antes de concluir nuestra charla recuerdo mi experiencia: ¿cuántas veces mi propia escritura habrá pasado a través de la de Rafael? ¿Cuánto de mí habré perdido en el acto de transcripción? Durante años, estoy seguro, mi escritura tendió siempre hacia la suya. El tono pausado, el lento caminar, el sacrificio del yo. Al tomar el volumen de Visión no puedo dejar de pensar en que cada una de esas palabras pasó a través de mí.
Y ahora, al ver el libro en letra de molde, es como si no lo reconociera.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Se estrena el documental basado en la vida de Jacobo Grinberg

Reforma, sobre la desaparición de Jacobo Grinberg, 1995 | Fuente: El País Jacobo Grinber Zilberbaum fue un psicólogo mexicano dedicado al estudio de la conciencia. Escribió medio centenar de libros entre los que destacan una serie sobre el chamanismo mexicano (Chamanes de méxico, Pachita), libros de cuentos como La luz angelmática, su libro de memorias La conquista del templo, manuales de experimentos llevados a cabo en el Laboratorio del Instituto Nacional para el Estudio de la Conciencia, investigaciones financiadas por la UNAM y el gobierno mexicano. Desaparecido en extrañas circunstancias, aún indeterminadas, su figura y obra ha retomado un impulso para su internacionalización. Estucha Grinberg, hija y heredera, ha relanzado una plataforma digital con la totalidad de la obra de Grinberg digitalizada . Y en el festival de Cine de Málaga España 2020 se ha estrenado el documental El secreto del doctor Grinberg . Grinberg egresó de la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde cursó la

Buenos Aires en cinco poemas

Pablo Di Marco      Tantas veces me han pedido mi opinión sobre temas de los que no tengo la menor idea, tantas veces me han pedido que escriba artículos sobre cuestiones inverosímiles…  Hoy podré darle un respiro a mi inutilidad. ¿Por qué? Porque los amigos de Revista Corónica quieren saber cuáles son mis cinco poemas favoritos que giren en torno a Buenos Aires. No se me ocurre trabajo más sencillo y grato. Podría nombrar cincuenta. Buenos Aires transpira literatura. En cada esquina, farol y empedrado se esconde la huella de algún poema, cuento o novela. No nombraré a los mejores, nombraré a los más queridos, a esos que viajan siempre conmigo, esos que recito y tarareo sin siquiera pensarlo.   “Setenta balcones y ninguna flor” de Baldomero Fernández Moreno      Este poema eclipsó al resto de la obra de Baldomero Fernández. ¿Cuál es su secreto? Intuyo que una irresistible alquimia de encanto, inocencia y sencillez. A lo que debemos sumarle el eterno debate en

El amor es hambre, de Ana Clavel

 Ana Clavel es una escritora e investigadora mexicana.  Diálogo sobre  la novela El amor es hambre y otras novelas del deseo con Margarita Díaz de León, en 41 Feria Nacional del Libro 2016, Universidad Autónoma de San Luis Potosí. 13 de Marzo de 2016.  

Teatro Estudio Alcaraván estrenará la obra de teatro «Mayukuna»

Teatro Estudio Alcaraván estrenará la obra de teatro «Mayukuna» bajo la dirección del maestro Álvaro Rodríguez en su sala Casa Tea Prensa, Casa TEA Bogotá 27 de junio de 2024 Este 4, 5, 6 y 10,11, 12, 13 de julio de 2024 se estrenará la obra de teatro «Mayukuna» una creación colectiva del grupo Teatro Estudio Alcaraván. En una entrevista el maestro Álvaro Rodríguez respondió algunas preguntas para contarnos sobre la nueva creación colectiva. ¿Cómo fue el proceso de creación del nuevo estreno «Mayukuna? "Nosotros a través de la historia siempre hemos practicado la creación colectiva y en este caso partimos de cero, hablamos muchas cosas sobre diversos temas que es lo que siempre pretendemos hasta dar cuenta de las temáticas y de los acontecimientos del momento actual; fue así como los actores a través de las improvisaciones manifestaron historias sobre el medio ambiente, teniendo como resultado «Mayukuna» que significa ríos en Quechua. Un tema tan importante, cómo el cuento del ag

Conversación con Paolo Sorrentino

Conversación con el director de cine italiano Paolo Sorrentino en 38ª MOSTRA DE VALÈNCIA - CINEMA DEL MEDITERRANI, 2023.