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Coetzee, simplemente Coetzee


Ante la inutilidad de los discursos de la alta cultura, parece que Coetzee optó por el silencio. Amigos de la pipa y la bufanda: Coetzee solo recibe damas hermosas con minifalda. Sucintas respuestas a extensos cuestionarios es lo que ha contestado Coetzee a los medios colombianos (vía e-mail). El escritor estará esta semana en un seminario dedicado a su obra en la Universidad Central de Bogotá (Teatro México, Auditorio Jorge Enrique Molina de la Universidad Central el 8, 9 y 10 de abril, Primer Seminario Internacional de Autor: “Tres días con J. M. Coetzee"). Durante dicho seminario hará dos lecturas.

Lo que respondió a El Tiempo, a través del blog de Isaías Peña:


Para un narrador con estudios en matemáticas, ¿qué resulta más fácil, la alegoría o la referencia directa? ¿O no tiene ninguna relación?No existe relación entre matemáticas y la forma literaria hasta donde tengo entendido.
Según sus novelas, pareciera ser más importante plantear o debatir nuevos dilemas éticos y nuevas paradojas,en lugar de proponer verdades plenas. ¿O nunca existió la verdad?No concibo mi obra como la realización de un programa. Tiendo a no pensar en términos generales y abstractos. Cualquier razonamiento que hago se realiza a través de la narrativa.
La importancia de la mujer y la marginalidad social, fuera de un sistema de clases, siempre están en su pensamiento. Pero el mundo sigue sordo. ¿Cuáles pueden ser las razones?En la sociedad de la cual vengo, las mujeres no están ni socialmente marginadas ni por fuera de la jerarquía social. No necesitan un escritor como yo que las defienda. Las mujeres en mis libros no tienen como propósito representar al género femenino en general.
Usted es el único profesor universitario que antes y después del éxito literario no ha abandonado las aulas. ¿Por qué y cómo lo ha logrado?Para mí siempre fue importante asegurar una estabilidad financiera, no tener que depender de mi obra literaria como fuente de ingresos, es decir, no tener que complacer a un público voluble. He conseguido alcanzar esa seguridad enseñando en universidades durante la mayor parte de mi vida.
A pesar de la ficción, todos creemos en la realidad de esa gran señora y gran escritora australiana llamada Elizabeth Costello. Maestro, ¿usted no ha pensado escribirle su mejor novela, La casa de Eccles  Street, para inmortalizar la ficción y la metaficción?Esa es una idea interesante. Pero, infortunadamente, después de crear el personaje de Elizabeth Costello descubrí que una novela titulada La casa de Eccles Street ya ha sido escrita por alguien cuyo nombre es, si no me equivoco, Judith Kitchen.
Usted ya se lo dijo en una carta a Paul Auster: ¿Acaso existe la lengua materna? Pero, le pregunto, ¿en qué inglés escribe sus novelas para que sea tan preciso e incisivo? ¿Otra vez, las matemáticas? (Quizás estoy haciendo dos preguntas).Escribo en inglés, lo que yo llamaría inglés internacional. Mi inglés es de alguna manera deficiente en cuanto a referencias y expresiones locales, y por tanto es de alguna manera incoloro.
Si John le preguntara a Coetzee,  “¿por qué me tratas tan duro en tus novelas?”, ¿qué le respondería Coetzee?¿Me trato mal a mí mismo? No lo creo. Espero tratarme con honestidad.
Luego de 11 años en Adelaide, ¿se puede pensar que la leyenda del holandés errante ha terminado? ¿O ha pensado venir a vivir en Suramérica?Me gusta mucho Buenos Aires. Sin embargo, tengo 73 años, y estoy demasiado viejo para contemplar otra mudanza transcontinental.
Algunos de sus lectores no lo sentimos africano. ¿Ese sentido nómada de su literatura, universalista, es una práctica consciente en usted?
No soy nómada, pero sí soy de alguna manera desarraigado.
¿Alguna vez, en dónde, pensó que llegaría a ganar el Premio Nobel de Literatura a los 63 años?No tenía idea alguna de que me otorgarían el Premio Nobel. Fue una completa sorpresa para mí.
Finalmente, después de todos sus estudios, ¿cuál es el secreto de Samuel Beckett?No hay secreto en Beckett.
Una pregunta de actualidad, antes de que llegue a Argentina. Podría hacérsela a la hermana religiosa de Elizabeth Costello, pero tal vez usted sí la responda: ¿Qué sentido histórico o político tiene la elección de un Papa argentino, que habla español, con sede en el sur del mundo? Creo que usted le asigna el español a los personajes de su nueva novela, La infancia de Jesús. ¿Se anticipó usted?
Tiene razón, en el mundo de La infancia de Jesús todos hablan español. Estoy encantado de que un pontífice de América Latina haya sido elegido. En relación con el significado que tiene esta elección, tendremos que ver los logros del nuevo Papa. Ya no es un hombre joven. Sería un pesar si su reinado fuera breve.

En El Espectador los pormenores de cómo se concretó la visita. Y respuestas más parcas aun:


Usted escribió en 2006 un ensayo sobre Gabriel García Márquez y ‘Memoria de mis putas tristes’, publicado por ‘The New York Review of Books’, en el que califica de “insignificante” esa breve obra que cerró la producción del colombiano. ¿Qué opina del resto de las novelas del Nobel y qué tipo de paralelismo puede establecerse entre el “edén perdido” de Coetzee en Cape Town y Macondo?García Márquez es un gran escritor, una de las figuras prominentes del siglo XX. He leído la mayoría de lo que se ha traducido de su trabajo. Admiro particularmente El otoño del patriarca y Crónica de una muerte anunciada. No creo que haya un paralelo entre su Macondo y mi Cape Town. Mi Cape Town no es un lugar de magia.
¿Qué otros autores colombianos ha leído? Aparte de Borges y Neruda, ¿qué latinoamericanos lo han impresionado?El otro autor colombiano cuyo trabajo conozco es Álvaro Mutis. En mi juventud la poesía latinoamericana me generó una profunda impresión: Rubén Darío, César Vallejo, Octavio Paz, Carlos Drummond. Desde entonces he leído ampliamente ficción latinoamericana.
Circula en Inglaterra su nueva novela, titulada ‘La infancia de Jesús’ (historia poco religiosa y confusa de un hombre adulto y un niño sin rumbo ni educación, según ‘The Guardian’). ¿Qué experimentación debe esperarse de un escritor de ficciones en el siglo XXI?Preferiría que usted supiera sobre mi nuevo libro al leerlo.
Usted, que siempre ha jugado literariamente con el enigma de su vida real, ¿siempre pensó en fusionar sus tres “autobiografías” ahora reeditadas juntas como ‘Escenas de una vida de provincia’?No es preciso decir que las fusioné. Compuse los tres libros como una trilogía sobre el curso de cerca de 15 años. El título compuesto siempre fue planeado para ser Escenas de una vida de provincia.
Este año visitaron o van a visitar Colombia los nobeles Herta Müller y J. M. G. Le Clézio; ella, “pesimista”, él “optimista”. ¿En qué lugar ubica su obra frente a esas tendencias?No pienso en mi trabajo en esos términos.
(Previendo que las respuestas serían cortantes, probé con otros temas que le interesan, basado en su último libro ‘Aquí y ahora’, un cruce de cartas con Paul Auster entre 2008 y 2011, editado por Anagrama en asocio con Mondadori). ¿Tiene planeado montar en bicicleta por las montañas colombianas y sabe de los famosos ciclistas colombianos?Tengo 73 años. Dudo que pueda dominar las montañas colombianas. Pero sigo los mayores toures europeos (Italia, Francia, España) por televisión y estoy familiarizado con las hazañas de los escaladores colombianos.
Siendo usted tan buen deportista (en 2010 pedaleó por las Cévennes en Francia, se lamentó de no haber escrito un diario pero dejó constancia en ‘Aquí y ahora’: “Subimos muchas colinas, algunas de las cuales me pusieron a prueba hasta llevarme al límite... una gran escuela de estoicismo, si el estoicismo es lo que buscas. No estoy dispuesto a creer que tanto esfuerzo y tanto sufrimiento no le enseñen a uno nada... A riesgo de parecer afectado, quiero vincular esto con la pregunta de por qué escribir”). ¿Qué impacto le generó la confesión de ‘dopping’ de Lance Armstrong?Estaba decepcionado. Continuaba esperando, hasta el final, a que él no hubiera estado mintiendo.
Suponga que yo soy Vincent, el personaje de ‘Verano’: estoy haciendo una biografía suya y después de las entrevistas de rigor descubro que usted no ha muerto; está vivo, oculto, y logro confrontarlo para preguntarle: ¿quiere ser recordado como el rey de la automitologización literaria? ¿Qué me responde?Todo escritor que se aventura en una autobiografía se arriesga a la automitologización.
Espiritualmente hablando, ¿de qué le ha servido una vida en la escritura?Esto es materia privada.

Me cae bien este tipo. Yo le preguntaría: ¿cómo hiciste para conseguir un empleo, si apenas saludas, coño?

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