David Barba visitó una nochebuena la casa de Alejandro Jodorowsky en París y volvió con una nota sobre la vida doméstica de un psicomago. Puede leerse completa en la revista Etiqueta Negra. Aquí fragmento:
Estar invitado a cenar en la casa de un psicomago es como tener un boleto de primera fila en un circo surrealista. Piensas que vas a encontrarte con el demonio y su familia de diablos, pero Alejandro Jodorowsky abre la puerta de su casa de la Avenue Daumesnil de París sólo con una sonrisa de patriarca. Camina a paso de anciano y habla a ritmo de atleta. «Pasad, hijos míos», les dice a sus tres hijos, a los seis hijos de sus hijos, y a las madres de los hijos de sus hijos. Es Nochebuena y la tribu se ha reunido casi por completo. Brontis es un conocido actor de teatro en París. Cristóbal es psicomago y artista plástico. Adán es músico y parece uno de esos channsoniers franceses de los años cincuenta a lo Aznavour. También está Valerie Trumblay, la madre de algunos de sus hijos. Falta Teo, que murió a los veinticuatro años, y Eugenia, la hija que vive alejada de la familia porque —dicen— quiere llevar una vida normal. Alguien te ofrece un café, pero será mejor una tila: la función va a comenzar.
Todas las familias felices se parecen. Las infelices, en cambio, lo son cada una a su manera. Así comienza Ana Karenina de León Tólstoi, el gran novelista ruso, que conocía el alma humana como nadie. Pero en su tiempo no se había inventado la psicomagia. En consecuencia, podríamos añadir un tercer tipo de familia que no se parece a ninguna otra y que es (en apariencia) feliz: los Jodorowsky. Son una tribu en guerra santa contra la entropía de todo sistema familiar: han empleado décadas en comprender ocultismos, explorar esoterismos e incorporar a su vida rituales mágicos de culturas ancestrales. Todo para sanar su propia genealogía enferma. «Las familias —asegura el patriarca Jodorowsky en uno de sus libros— están llenas de espíritus, fantasmas, demonios y entidades». Cada uno de estos espectros se instala en la mente, el corazón, el sexo o el sistema motor. Serían espíritus las ideas negativas, tóxicas, morales y coercitivas que nos transmiten los padres desde la más tierna infancia y que conforman una especie de policía interna, lo que otros llaman superego o perro de arriba: «El amor no existe», «el mundo se va a acabar», «el dinero es sucio». Los fantasmas suelen ser lutos no resueltos que aparecen en las siguientes generaciones: «por ejemplo, en niños que llevan el nombre de los abuelos». Los demonios, cómo no, son parásitos de la energía sexual y bloquean la creatividad. Las entidades paralizan o impiden el movimiento corporal: gente que no se atreve a tomar su sitio, que no se permite bailar libremente o que actúa de una forma comprimida, pues los educaron con órdenes como «¡no te muevas!» o «no molestes». No son síndromes reconocibles en el famoso DSM-IV, el manual de los psiquiatras. Cuando se trata de los Jodorowsky, más bien habría que consultar los grimorios medievales: magia, hechicería, brujería. Para ellos, la familia es el caldero de una bruja en el que todos flotamos como tropezones de carne. O, más bien, donde todos tratamos de salir a flote sin ahogarnos. Estamos poseídos, embrujados y hechizados. ¡Al cuerno con la psicología!
Tu padre te maltrataba. Tu madre no te abrazaba lo suficiente. Luego tienes un trauma. Decides pedir ayuda. Puedes acudir a varios tipos de profesionales: a) Un psiquiatra, b) Un psicoanalista, c) Un sacerdote d) Un curandero o e) Un artista con delirios místicos que es capaz de enviarte al mercado a comprar un corazón de cordero y después someterte a una operación chamánica en la que «sustituirá» tu encallecida víscera por esa otra, insuflándote nueva vida y renovados deseos de formar una familia. No pretenderá que creas que te ha operado de verdad. Te revelará que se trata de una metáfora, un ritual realizado sobre tu «cuerpo sutil», pero que tu cuerpo físico tomará como algo real. No es ciencia: es arte. «El arte sirve para sanar», te dice el psicomago Alejandro Jodorowsky. Y te irás a tu casa feliz, dispuesto a comenzar de nuevo. No se lo cuentes a tu madre: dirá que has perdido el juicio. Has descubierto la psicomagia, lo único que podría curarnos realmente de nuestros males.
EXCELENTE......
ResponderEliminarJodorowsky es un ser de esos que hacen sentir que esté efímero juego llamado vida, tiene una explicación desde lo más profundo de uno mismo, se agradece que sus palabras que parece que encierran locura, sean realmente bálsamos de paz y de posiblidad que son infinidades de obras de sanación reales, pues influyen para bien en la psique humana para despertarla a la verdad y darnos a todos una esperanza de regresar a la fuente sin basura existencial.
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