tomado de: Harry Ramson Center digital collections |
En su libro El arte de
la distorsión, el novelista y traductor Juan Gabriel Vásquez en uno de sus
ensayos titulado: Mal entendidos
alrededor de García Márquez. Expone
una problemática recurrente en la literatura colombiana y tiene que ver con la
famosa pregunta: ¿Cómo se escribe bajo la sombra de Cien años de soledad? Después del gran éxito de esta novela en los
años setenta y luego con el nobel, miles de escritores intentaron imitar y
escribir de la misma forma que lo hizo Gabo. Asunto que no salió para nada bien
y que sepultó a muchos escritores que no lograron crear algo novedoso.
A raíz de esto, salió a relucir los mitos a cerca de Gabo y
su obra, uno de ellos es que después de Cien
años de soledad, no habría otra novela igual ni habrá otro escritor mejor
que Gabo. Asunto que claramente es desproporcionado y arbitrario al creer que
los escritores no pueden hacer nada más allá de esta gran obra. A lo que Vásquez
responde con claridad y sinceridad: sí, sí se puede escribir fuera de García
Márquez, porque la influencia no es de un asunto regional y no todos los
escritores reciben la misma influencia. Para el escritor bogotano, García
Márquez es un escritor de respeto que necesita ser leído pero no seguido. Los
mejores escritores buscan sus influencias en el mundo, no sólo en la región o
en el hemisferio en que nació.
El escritor como lector primero, hace sin querer o con
intención, la recuperación de una tradición, el conjunto de unas herramientas
que son útiles para ese escritor que se lanza al vacío de la escritura, una
escritura que claramente está influenciada pero que necesita librarse un poco
de su autor de cabecera. El hecho está, en desmitificar las influencias
obligadas, no todos somos hijos bobos de García Márquez, Mutis, Borges,
Cortázar, entre muchos otros, se trata de buscar la mejor influencia para sacar
a flote la experiencia límite, la que transforma y cambia al sujeto.
El escritor Juan Gabriel Vásquez como muchos otros críticos
y literatos, consideran que muchos de los libros del escritor de Aracataca,
tienen una influencia desproporcionada de escritores como Faulkner, Kafka y
Hemingway. Influencias que se ven a simple vista y que hay que comprender que
Márquez no es esa idealización ni mucho menos pertenece a ese pedestal absurdo
en que los lectores y muchos escritores lo han puesto, esto va más allá. Ahora,
no quiero decir que García Márquez no sea un gran escritor, ni mucho menos
tengo la capacidad para criticar su obra, pero lo hemos elevado al punto de no
retorno, cuando sus libros están plegados de influencias de las influencias y
de la influencia de una tradición interminable. “Esto es lo que habremos de
hacer los nuevos novelistas colombianos: no cortar el árbol de Cien años de soledad, sino sembrar un
árbol nuevo con que con el tiempo le sirva a alguien. Aunque sólo sea para
echarse debajo a esperar a que le caiga una manzana en la cabeza”. Juan Gabriel
Vásquez.
Aunque quizás el tema vaya atribuido a los escritores, es
importante también reconocer que los lectores han sido partícipes de esa
mitificación y de ponerlo en ese pedestal inalcanzable pero agotable con el
tiempo. Por esa razón, la fundación El
Malpensante, desde su revista -El Malpensante-,
convocan a los lectores a un seminario sobre: cómo leer a García Márquez. Dictado por el escritor bogotano Juan
Gabriel Vásquez, quien ha sido un lector acérrimo de la obra de Márquez y ha
llegado a ser un biógrafo. Él, quien fue uno de los colaboradores del
documental: Gabo, la magia de lo real.
Caminó por las calles y los lugares en donde estuvo el nobel colombiano. Es una
de las personas por lo menos en Colombia, diría sin temor a equivocarme, más
autorizada para realizar un seminario de este calibre.
Leer a Márquez es comprender un universo de creación
infinita pero también, reconocer que detrás de tal creación hay un grupo de
escritores que vale la pena leer y reconocer como tal. La verdad es que no hay
escritor sin tradición, no hay novela que no se base en una hilera de libros
leídos y comprendidos “correctamente” para poder llegar a la cima de esa novela
bien elaborada y hecha para un público capaz de reconocer la creatividad, pero
también, la antesala de lo que ha sido esa obra creativa.
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