Ir al contenido principal

Transeúnte que huye de la guerra

Entrevista a Jorge Eliecer Pardo sobre Trashumantes de la guerra perdida, su más reciente novela








Diana Marcela Cuéllar



¿De qué manera se sigue construyendo El quinteto de la frágil memoria al terminar su novela más reciente, Trashumantes de la guerra perdida?
La saga familiar se desovilla como la historia misma del país. El desplazamiento forzado marcará sus vidas y las de dos generaciones posteriores. Las zonas del café, la montaña y la planicie, los espacios por los que caminan en busca de la esperanza de vivir en paz, escenarios que no solo descubren la geografía nacional sino los sentimientos de personajes recreados desde la verdad del sufrimiento y de escasos episodios de amor y alegría. Cubre de los años 20 a los 70 del siglo pasado. El telón de fondo de la Historia determinará la mayoría de las microhistorias para ver el fresco completo de nuestro destino determinado por los dueños de todos los poderes terrenales.

Si es un libro que abarca, de los años 1920 a 1970, en medio se encuentran hechos trascendentales de la Historia colombiana, sobre todo El Bogotazo, la violencia bipartidista, las guerrillas liberales, el Frente Nacional, la dictadura de Rojas Pinilla, la conformación de las fuerzas insurgentes comunistas, ¿qué aportes desconocidos se registran en el libro?
Las historias de los protagonistas anónimos dan ese primer aporte, a mi parecer. Son las víctimas las que adquieren voz, como las de todo El quinteto; en mi trabajo como novelista los seres de la modernidad, que viven atropelladamente los cambios del país, van, vienen, aparecen, desaparecen. Personajes de carne y hueso, con defectos y virtudes, odios y venganzas, perdones y tolerancias. Signados por los acontecimientos que enumeras y otros más, sobreviven entre ciudades pequeñas y urbes incipientes, confrontaciones armadas en los campos, primero como autodefensas liberales y luego como insurgencia de izquierda. De qué manera las componendas políticas de los partidos tradicionales afectan a aquellos que luchan por sobrevivir. Podemos entender por qué en los años 60 la lucha de la guerrilla se metamorfosea de liberal a comunista. Un riesgo en la literatura que pocos lo han asumido, sin pertenecer a ninguno de los bandos en conflicto.

¿Cuál fue la mayor dificultad al escribir Trashumantes de la guerra perdida?
El tema político que ha conllevado a la guerra. Duré más de quince años investigando la nueva Historia de Colombia, leyendo a los académicos que, desde otra perspectiva, abordaban el tema de la violencia aproximándose a explicaciones más sociales que la anterior generación de escritores hizo desde las ideologías liberales y conservadoras. Cuál era esa verdad histórica que yo pondría en mi verdad novelada, otras de mis dudas. La conclusión se remite a la responsabilidad de las élites con nuestra realidad que ha dejado miles de muertes y millones de desplazados. Nombrar esos protagonistas del poder me enfrentaba a un reto poco frecuente en la narrativa, más aún cuando algunos todavía asisten a los salones, el congreso y son dueños del 90% de la tierra de Colombia. Y, lo peor, cómo manejar los datos de la Historia dentro de la narrativa, la incidencia de esos acontecimientos en la vida de mis personajes. Y opté, como lo hice desde comienzo de mis cuentos de muchacho, acudir a la memoria de los viejos, a las reminiscencias de mi madre, los análisis de mi abuelo y mi padre y armé lo que en esos tiempos mozos no entendía y que ahora aparecía con claridad.

¿Algo novedoso en la investigación histórica?
Encontré una tesis doctoral donde se analiza el caso del general Rojas Pinilla y su utilización por los dirigentes liberales y conservadores. Los viejos hablaban bien del General porque detuvo la violencia de los 50 y dejó obras de cemento que aún se conservan, recuérdese que era ingeniero, otros lo criticaban por hechos que luego fueron los que lo condenaron al destierro perdiendo todos sus derechos. Con el tiempo tuvieron que disculparse y devolverle lo usurpado. Lo interesante de esta tesis doctoral es cómo los medios de comunicación, especialmente El Tiempo, liberal y, El Siglo, conservador, montaron la gran estrategia para convertirlo en ser despreciable, lográndolo.

¿Una novela desesperanzadora?
Una novela de esperanzas fallidas, de sueños truncados. Mi abuelo, mi padre y yo, añoramos la paz desde esa quimera de un país mejor. La historia confirma que las desigualdades agudizaban aún más la guerra y alejaban la paz. Los asesinatos, no sólo de gente del pueblo sino de dirigentes cuestionadores de la tradición, no han dado tregua. Los conatos de paz, los más cercanos, la Guerra de los Mil Días, el Frente Nacional y los armisticios y amnistías, siempre cobijaron la impunidad y el enmascaramiento de la verdad. Esas fórmulas que oyeron varias generaciones, de perdón y olvido, borrón y cuenta nueva, pasar la página, no fueron más que aplazamientos a nuevas confrontaciones que generaron el paramilitarismo y las guerrillas infiltradas por el narcotráfico. Mis personajes deambulan por campos y ciudades donde esta realidad los apabulla, permea y destruye. Al final, como en Cien años de soledad, se guarda, de nuevo, la esperanza de una nueva oportunidad sobre la tierra.

¿Por qué el título Trashumantes de la guerra perdida?
A pesar de que trashumantes alude a comunidades que por su labor, especialmente pastores europeos, cambian de lugar con su rebaño, la palabra ha venido transformándose, porque el lenguaje es vivo, dinámico, para designar aquellas personas que emprenden éxodos, migraciones por asuntos diferentes a su trabajo. Esta población que huye por la guerra, que trashuma en su propio país, víctimas por las persecuciones políticas, generan confrontaciones armadas, asesinatos discriminados e indiscriminados y configuran el fortalecimiento de zonas multiculturales. El caso de los Llanos Orientales lugar de refugio de muchos trashumantes del Tolima por la violencia de los 50. Los personajes de la novela están inmersos en una guerra que no es la suya, que confrontan y muchas veces participan pero que nadie gana. Todos pierden. Todos hemos perdido en la guerra prolongada.

Las mujeres, tema recurrente en su trabajo narrativo, las Weismann, Irene, Ruth Mazabel, Matilde Aguirre, María Rebeca y las que pasan por Los velos de la memoria, vuelven a Trashumantes de la guerra perdida
Sí, la mujer es personaje primordial en mi visión de mundo y mi preocupación expresiva y artística. Con respeto por lo que significa su autonomía y presencia fundamental en la sociedad en general, en la familia y la pareja; las mujeres colombianas pueblan mis libros y cuestionan el tiempo que les ha tocado vivir, con la carga de una sociedad machista, excluyente y sin educación. Mi abuela, cuyo referente se encuentra en mi personaje María Rebeca, protagonista de La baronesa del circo Atayde, es una mujer sin tiempo, del aire, de los viajes, de la danza y la poesía. Mi madre, la hija de María Rebeca, tiene esa fuerza creadora que la hizo sobrevivir en condiciones inhóspitas para impulsar una familia de un esposo machista y diez hijos. La libertad de estas dos mujeres está en el desbordamiento en su interés por la cultura, la lucha en el trabajo y las metas siempre imposibles para lograr lo posible. Estas mujeres ancestrales me dieron el magma de la verdad personal para luego construir, desde mi concepción de la mujer, esas otras que recorren las páginas y que siempre refieren las reales de mi vida. Hay en Trashumantes de la guerra perdida mujeres de la guerra, viudas y eternas enamoradas, costureras de mortajas y lutos que en cada puntada zurcen la esperanza. Al igual que aquellas que posaron para mis fotos de Los velos de la memoria, compasivas con las víctimas de la guerra.

¿Por qué mapas, retratos y capítulos cortos? ¿Fragmentación?
Mi narrador, como el pensamiento, va desordenamente, sin perder la coherencia. Hay una correlación de lenguajes y tiempos que dinamizan pero a la vez detienen la historia, el argumento. En la narración, con pretensiones épicas, los sucesos son tantas y disímiles que referirlos todos serían interminables, inmanejables, sobre todo en el momento de decidir publicar la novela. Mis gavetas están llenas, mis AZ a reventar y, al final, los pequeños capítulos, envolventes y casi autónomos, son los que el ritmo y la respiración dieron al autor y que, seguramente, poseerá al lector. La gráfica en mis libros, mapas, retratos, no es nuevo en la novela moderna y en la actual. Los retratos de circunstancias, paisajes y personajes emulados de Joyce, Cortázar.

¿Cuál la diferencia entre este libro y los escritos sobre la violencia: Viento seco, Cóndores no entierran todos los días, La mara hora…?
No es un inventario de muertos. Es la narración de personajes que huyen de la muerte. Además, no quiero escribir libros con tendencias ideológicas, panegíricos de ninguna clase. La memoria es la que alimenta mis novelas, no testimonialmente sino ficcionalmente. Sustentado en el lenguaje de hoy, contando la aldea para buscar ser universal, la poesía sustenta lo bello y doloroso que los seres humanos, llevamos un fardo duro y a la vez liviano en la trashumancia. Existe siempre una carga de erotismo en las treguas de la guerra, una exaltación a la vida y un profundo respeto por los personajes que terminan por imponerse en los momentos más álgidos de la creación. Me enseñan como fue el dolor o la alegría y me llevan de la mano por lugares que voy recordando de mi infancia y que luego recorro para refrescar el olor de la cosecha de café y de los gladiolos.

¿Cuáles son las dos novelas que faltan de El quinteto de la frágil memoria, y que temáticas abordan?
La última tarde del caudillo, contada desde los ojos inocentes de dos adolescente que salen a las calles incendiadas de la Bogotá del 9 de abril del 48, en busca de Carlos Arturo, su padre, y el guión o pieza de teatro que el artesano de la madera, que aparece en todo el Quinteto, escribe sobre El Bogotazo. Y mi novela urbana por excelencia, Maritza, la fugitiva, una historia de amor donde Federico Bernal, el hijo de Matilde, la amante de El pianista que llegó de Hamburgo, encuentra la mujer que desbarata sus principios frente al amor y lo hace vivir una aventura intrincada donde la política, el arte y la literatura son asuntos de peso en la historia. Trascurre en Bogotá, entre los años 80 y 2001.

La traducción al francés de Los velos de la memoria y la posible reedición de El jardín de las Weismann, traducida por Jacques Gilard, abre mercados en Francia?
Los velos de la memoria, muchos de los cuentos escritos luego de ese torrente de El Quinteto de la frágil memoria, constituyen lo que llamaron en Francia la estética del horror, que otros han venido en enunciar como la poesía de las tumbas, con su edición en francés, da a mi literatura un respiro que en Colombia es difícil cuando se es un escritor por fuera de los circuitos de las grandes editoriales y la farándula de muchos medios de comunicación. La publicación en Paris, en una editorial igualmente alternativa, significa que el libro es tratado como objeto artístico y no como una mercancía comercial, tiene para mí importancia fundamental. Buscaremos que la traducción de J. Gilard de mi Jardín, encuentre nuevo editor en Francia.







Diana Marcela Cuéllar (Bogotá)

Arquitecta, diseñadora de interiores, con estudios de literatura en el Instituto Caro y Cuervo. Ha publicado ensayos y poemas en revista y periódicos. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Buenos Aires en cinco poemas

Pablo Di Marco      Tantas veces me han pedido mi opinión sobre temas de los que no tengo la menor idea, tantas veces me han pedido que escriba artículos sobre cuestiones inverosímiles…  Hoy podré darle un respiro a mi inutilidad. ¿Por qué? Porque los amigos de Revista Corónica quieren saber cuáles son mis cinco poemas favoritos que giren en torno a Buenos Aires. No se me ocurre trabajo más sencillo y grato. Podría nombrar cincuenta. Buenos Aires transpira literatura. En cada esquina, farol y empedrado se esconde la huella de algún poema, cuento o novela. No nombraré a los mejores, nombraré a los más queridos, a esos que viajan siempre conmigo, esos que recito y tarareo sin siquiera pensarlo.   “Setenta balcones y ninguna flor” de Baldomero Fernández Moreno      Este poema eclipsó al resto de la obra de Baldomero Fernández. ¿Cuál es su secreto? Intuyo que una irresistible alquimia de encanto, inocencia y sencil...

Discurso de Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura 2022

Annie Ernaux, Premio Nobel, diciembre 2022 fuente: wmagazín Discurso de Annie Ernaux por el Premio Nobel de Literatura 2022. Traducción del francés de la revista mexicana Pijamasurf : ¿Por dónde empezar? Me he hecho esta pregunta decenas de veces delante de la página en blanco. Como si tuviera que encontrar la frase, la única, que me permitiera empezar a escribir el libro y barrer con mis dudas de golpe. Una especie de llave. Hoy, para afrontar una situación que, tras el estupor del acontecimiento –"¿de verdad me está pasando esto a mí?– mi imaginación me presenta con un miedo creciente, es la misma necesidad la que me abruma. Encontrar la frase que me dé la libertad y la firmeza para hablar sin temblar, en este lugar donde me han invitado esta noche. Esa frase, no necesito buscarla muy lejos. Surge. En toda su nitidez, su violencia. Lapidaria. Irrefragable. La escribí hace sesenta años en mi diario íntimo. "Escribiré para vengar mi raza". Se hacía eco del grito de Rimb...

Cinco poemas para un regreso

Por Carlos Alberto Castrillón* Me piden que escoja los cinco poemas de autores quindianos que más me gustan. De inmediato la mente se activa y permanece alerta por un buen rato. Regresan las viejas lecturas y los momentos gratos que la poesía favorece. La memoria se pone en “modo taxonómico”, pero al poco tiempo las jerarquías entran en crisis. Debo incluir un poema de El libro de los fantasmas, de Luis Vidales, poemario un tanto menospreciado ante el brillo de Suenan timbres; el poema ha estado marcado en ese libro desde hace 30 años. Es obligatorio agregar la poderosa «Canción del amor fugaz», de Carmelina Soto, que considero un ejemplo perfecto de su poética rebelde y autónoma. Un poema de Ricardo Cuéllar es indispensable para recordar una poesía densa y perdurable con la que conecté sin dificultades cuando la conocí tardíamente. Para el balance de tono, ya escogí uno de Omar García Ramírez, que ofrece el contraste perfecto, con la lucidez y el descreimiento que admiro en su poes...

Antología de la Poesía Colombiana de Harold Alvarado Tenorio

http://www.babab.com La editorial Agatha de Palma de Mallorca se atrevió a editar Ajuste de cuentas, una Antología crítica de la Poesía Colombiana , seleccionada y escoliada por Harold Alvarado Tenorio. Parte de las entradas que conforman esa antología se han ido integrando al cuerpo de la revista Arquitrave, que dirige y edita el poeta. Estas entradas pueden leerse en: http://www.antologiacriticadelapoesiacolombiana.com/ Además, ya antes un comentario a esos fragmentos ha aparecido en el Magazín del diario El Espectador , por Stanislaus Bhor. La noticia es que dicha antología viene acompañada por una portada con la imagen del poeta X504 y de un prólogo de Antonio Caballero , columnista de la revista Semana y autor de la novela de culto Sin Remedio, y el diario El Tiempo ha difundido el texto íntegro. Aquí fragmento de Un libro a cuchilladas : No voy a definir al odiado y odioso Harold Alvarado Tenorio en un par de adjetivos calificativos: quedaría faltando el poeta, capaz ...

Carta abierta a William Ospina, Por Fernando Cruz Kronfly

Carta abierta del novelista Fernando Cruz Kronfly al novelista William Ospina tras la columna publicada en el diario El Espectador ("De dos males"), en la que el ensayista manifiesta públicamente su voto a favor de la extrema derecha, entre las dos derechas que disputan la presidencia de Colombia. Aquí la columna de Ospina . Revista Corónica reproduce a continuación la carta abierta del escritor Fernando Cruz Kronfly :   "Cali, Junio 2, 2014  Querido William: Tú sabes la amistad y el afecto que nos une. Eso está claro y nada de esto se afectará. Pero, la publicidad de tu documento me obliga a hablarte en público. Entonces, debo decirte que tu decisión de preferir al Zorro sobre el Santo me ha llenado de estupor. No necesitabas explicarla de una manera tan aterradora. Lo de menos es tu voto anunciado, del que eres libre y soberano. Se trata de una decisión que, por supuesto, no comparto pero que respeto. Así es como suele decirse, con educación? Pero, lo que me ll...

Cinco narraciones de ciencia ficción colombiana

Juan Guillermo Caicedo Quintero El género de ciencia ficción en Colombia no es muy cultivado, aunque su evolución en las dos últimas décadas da un halo de optimismo frente a dicha forma narrativa. En esta recomendación de textos se busca resaltar a los dos padres del género en nuestro país (René Rebetez y Antonio Mora Vélez) y a  propuestas de nuevas generaciones, que por su calidad han ganado reconocimientos en premios internacionales. Del mismo modo, presentar estas historias como embajadoras de un género –casi de culto en Colombia– que busca nuevos lectores y presencia de la “periferia” en nuestros “centros” literarios. Empecemos a viajar en esta máquina del tiempo: Convulsión (1969) es un cuento del escritor René Rebetez tomado del libro Ellos lo llaman amanecer y otros relatos. El entorno de la historia es una sociedad en la que los jóvenes se han tomado el poder y recluyen a las personas que tienen treinta años o más en una suerte de campo de concentra...

El visitante, de Andrés Elías Flórez Brum

John Jairo Zuluaga* Andrés Elías Flórez Brum, El visitante, Bogotá, Caza de Libros-Pijao Editores, 2008. 76 P. Un lector silvestre que recorra las páginas de la novela corta: El visitante puede encontrarse con una historia del montón. Una de tantas, en las que se ven inmersas, a menudo, personas de cualquier pueblo del trópico colombiano. En cambio, un lector avisado encontrará en esa misma obra un refinamiento técnico que vale la pena mostrar. La obra sigue la tradición de novelas construidas con marco de composición, tal como lo evidencian Las mil y una noches , El Decamerón y, en el caso colombiano, La vorágine, de José Eustasio Rivera. El marco de composición: “Se construye a la manera de un formato previo e independiente, que antecede y da paso a la historia central, y luego lo cierra. Ese formato introductorio que luego cierra al final, se parece al marco de un cuadro de pintura, porque desde afuera rodea la historia central”. (Isaías Peña, E...

CUATRO POEMAS DE JOSEPH BRODSKY

Nota y traducciones de  Harold Alvarado Tenorio* La poesía de Joseph Brodsky [ Иóсиф Алекса́ндрович Брóдский ][1940-1996] se ocupa de asuntos metafísicos y religiosos sin desvincularlos de situaciones concretas en la vida y la historia individuales. Son en su mayoría poemas irónicos que miran los actos y el significado de ellos para desacralizar los gestos y pretensiones humanas. Es la vida individual, los problemas de cada uno lo que interesa a Brodsky , para con la poesía, crear nuevos comportamientos, nuevas éticas. Para Brodsky el lenguaje constituye la materia vital de la eternidad y la poesía, la más alta expresión de los lenguajes, un regalo de esos cosmos expresivos que hacen que el hombre traspase los tiempos a pesar de la muerte. La poesía, lo sabemos, no hace al hombre mejor o peor, pero sí más libre, y la libertad es el único instrumento contra los poderosos y sus cantos de sirena. El poeta es un instrumento del lenguaje, dijo al recibir el Nobel, un artesano d...

Erotismo, violencia y humor en los cuentos de David Betancourt

David  Betancourt (Foto de  Alan D Gómez) Óscar Castro García Con Buenos muchachos (2011), David Betancourt se presenta como cuentista, en una serie de historias deschavetadas, ingeniosas, reiterativas, de barrio, de calles, de canchas de fútbol, de adolescentes con familias disfuncionales, de muchachos que parecen buenos, que son buenos, que las mamás les creen cuando dicen, como lo hace irónicamente el hijo del cuento “Buenos muchachos”: Yo soy incapaz de hacer cosas malas, madre, y usted lo sabe. Cuál pistola, cuál vicio, cuáles amistades, cuáles robos, yo solo fumo cigarrillo y lo voy a dejar. Confíe en mí y ya, y no se ponga a escuchar pendejadas por ahí, cierre esos oídos de una vez. Yo no robo ni tengo amigos malos, solo salgo a chutar un balón y a charlar. Yo soy buena gente como hermano y no me meto con nadie, soy un pelao bien. Lo juro por Diosito lindo, madre (p. 95). En su primer libro de cuentos, sorprende desde la ironía del título c...

Breve historia de Editorial Sexto Piso

Irma Gallo, en la revista digital http://www.sinembargo.mx/ entrevista a la plana mayor de Editorial Sexto Piso. Fundada por un grupo de ex estudiAntes de la Unam, Sexto Piso es una de las editoras que puede darse el lujo de tener a Pirsig, Waburg, Orwell en un catálogo sin mancha. La asesoría de un grande de la edición, Roberto Calasso, la forma en que se elige un catálogo, las peripecias de las primeras apuestas literarias por autores mexicanos, en fin, un reportaje para conocer algunos misterios de cómo nace una editorial de culto, a quién se dirige y qué se ofrece a sus lectores. Un fragmento de la entrevista a Luis Ayala Blanco : No es fácil encontrar al escritor y editor Luis Alberto Ayala Blanco: no usa celular, no trabaja en un lugar fijo (además de su casa) ni tiene perfil en Facebook. Después de ser, durante cinco años, editor de La Gaceta en el Fondo de Cultura Económica, y de diseñar las aplicaciones para iPad de los poemas Blanco, de Octavio Paz y Muerte sin fin, ...