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Poesía argentina actual (I)

(Soledad Castresana)

Gracias a los buenos oficios de la poeta Natalia Litvinova, en revista Corónica principiamos una serie de publicaciones que darán cuenta del actual estado de la poesía argentina.


Soledad Castresana nació en La Pampa, Argentina, en 1979. Estudió Letras en Buenos Aires. Vivió en Bogotá, en 2013, y en Medellín, en 2014. Actualmente vive en la Ciudad de México. Publicó los libros de poemas Carneada (2007), Selección natural (2011) y Contra la locura (2015). Hay, además, poemas suyos en varias antologías de Argentina y en una de Suiza. En 2013, participó del V Festival Ojo en la Tinta en Bogotá. 




Marea baja

Estos hijos que pariste sin llanto descienden de las piedras del mar, por eso son fríos y no saben hundir la boca en tus pezones. Dejalos morderte. Que traguen el aire de tus pulmones maduros. Si das todo de una vez, pasa más rápido.

La certeza
Como cuando en la oscuridad los ojos se adaptan a ver en las sombras el contraste de grises y texturas para adivinar los filos y las puntas de las cosas, así nosotras, envueltas en la noche de nuestro cabello, nos entregamos a los hijos siempre hambrientos con la certeza de que un día va a pasar un hilo de luz que volverá la casa a su antiguo espesor.

Sobre el vértigo

Se te hunden los pasos en esta tierra que fue húmeda. Hay que seguir, decías, a pesar del relámpago y las moscas. De la espalda te cuelgan los hijos que no pariste, en las manos, los que no son tuyos.
Todo pesa.
Como los perros, confiabas en el miedo. Pero ellos ven la noche y huelen lejos.

Carne de mí
Esta noche tiene el olor de mi carne quemada. La herida crece por la tierra, por los muros, y yo no reconozco el mapa de este cuerpo que se dice mío.
No cicatrizarás.
Lo entiendo ahora y quiero abrirme otra vez. Dejar las cosas como eran.

Nuestra casa
Ella tiene miedo de que ese señor triste con los brazos estirados clavado en la pared se le caiga en la cabeza mientras duerme.
Esta nunca fue nuestra casa, le digo. Estos miedos no son nuestros.

Las verdades
Ella pregunta qué es ese ruido. Podría mentirle: hablarle de ángeles o enseñarle a rezar.
Es el miedo, le digo mientras tapo con almohadas las ventanas.


De Contra la locura (El Ángel Editor, Quito, 2015)

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