La marca de agua es un libro del premio Nobel de literatura Joseph Brodsky dedicado por entero a Venecia. En la brevedad de su exposición Brodsky se concentra en reconstruir una memoria de sus merodeos por la ciudad, de su primer avistamiento, de las vacaciones que allí pasó en los intersticios que le dejaba la enseñanza en la academia norteamericana y deja latentes algunas preguntas sobre la museificación de la cultura y del pasado. Es un libro de memorias, a la vez que un ensayo poético, a la vez que una oración manifiesta al dios del detalle (el único al que rezaba Brodsky).
Marta Rebón, la extraordinaria traductora al español de la obra de Vasili Grossman entrevista a la fotógrafa Ewa Zebrosky que anda tras las huellas de Brosdky por medio mundo.
Pregunta la traductora en Rusia Hoy:
Marta Rebón.- Brodsky se autodefinió como judío, poeta ruso y ensayista inglés. Después de su marcha de la Unión Soviética se convirtió en el exiliado ruso más famoso. A veces. Brodksy sacaba a colación las palabras de Thomas Mann. Llegado a EE.UU. en 1938, un periodista de The New York Times le preguntó si su exilio era una carga demasiado pesada, a lo que él respondió: «Allí donde estoy, está la cultura alemana”. Tu biografía también aglutina muchos viajes y lenguas distintas que, de alguna manera, expresas mediante tu trabajo ‘Unraveling the dress of Jadwiga’ en el que “dialogas” con un vestido que conservas de tu abuela.
Ewa Zebrowski.- Soy hija de inmigrantes polacos en Vancouver. Nací en Londres y crecí entre Vancouver y Seattle. Luego nos mudamos a Quebec a mediados de la década de 1970. Me crío mi abuela, que no hablaba inglés. Se ocupaba de mí y de su jardín. Por Italia he sentido un amor que ha ido creciendo desde que trabajé en Roma en la década de 1980 con motivo de un proyecto cinematográfico para la embajada canadiense. Lo más curioso es que me planteé irme a vivir a Roma antes de conocer a mi marido. Me sentía más a gusto con el italiano que con mi lengua materna, el polaco, o el inglés y el francés. Estoy de acuerdo, pues, en que no es una cuestión de fronteras sino de elecciones personales.
MR.- Brodsky, en su libro Marca de agua, muestra una gran conciencia del acto de mirar. De hecho, su padre era fotógrafo de prensa y, de ahí, su familiaridad con los conceptos fotográficos. Manifestó que la mirada precede a la escritura, el ojo a la mano. La madre de Brodsky, antes de ser contable, había trabajado como traductora del alemán. Imágenes, palabras…y Venecia.
EZ.- Marca de agua es una de mis lecturas favoritas. Un amigo me prestó el libro en mi primer viaje a Venecia, en mayo de 2003. Fue mi descubrimiento de Brodsky. Participaba en un taller de Michael Ackerman y quise fotografiar Venecia en invierno y ‘buscar’ al poeta. Como él, recorrí las calles atenta a los reflejos de una ciudad-decorado que parece suspendida en el tiempo y la imaginación colectiva. Quería traducir las palabras de Brodsky en una serie de imágenes cuya narrativa reviviera la atmósfera de Marca de agua. No he querido ilustrar sino traducir a imágenes mediante mi propia sensibilidad.
Marca de agua fue traducido al español por Hernando Valencia y publicado por Norma.
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