Romper todos los listones y marcas mundiales es una perversión feliz de una humanidad que pasó la lista de los siete mil millones. En deportes, o en cultura, la excelencia es extorsionada por el evento Magno que valida o invalida a través de filtros de acceso. En los años 60s, un grupo de editores europeos quisieron crear un premio superior a la medalla de oro y el cheque y el prestigio que otorga el Nobel. Superior, porque lo otorgarían autoridades probadas de la literatura: los propios editores de 13 países, con escritores y críticos como jurado. El premio se llamaría Formentor y sería el marcador de la excelencia literaria, solo que en un arrebato de desambiguación, sin saber cómo medir la excelencia, el primer premio se lo tuvieron que entregar a Borges y a Beckett, compartido. El premio (aunque se ha tratado de revivir en los corrientes dándoselo a los que morirán sin nobel: Fuentes, Goytisolo) nunca funcionó, por supuesto, porque la excelencia tiene que ver con dinero y el fondo común de los editores nunca cuajó, y porque tampoco pudieron tener un jurado de paleta numerada tipo Juegos Olímpicos y los sabios, con sus celos y preferencias soterradas, nunca se ponen de acuerdo.
En Londres, donde se acaba de medir la excelencia de gente que entrena una vida para resbalar o alcanzar la gloria en una prueba de 20 segundos, dos graffiti de Banksy aguaron la fiesta y denunciaron el derroche y ostentación de las olimpiadas 2012. Voces críticas sugieren que Banksy, quien vende sus diseños por millones de dólares, está invalidado para buscar la viga en el ojo ajeno. Pero esto provoca una cuestión: ¿No son las casas de subastas los pares funcionales del comité olímpico o de la Academia Sueca? Dice la nota:
Las intervenciones, cuya localización no ha sido determinada, están hechas al más puro estilo Banksy (plantilla y uso de spray negro y blanco) y mantienen el usual mensaje de denuncia del artista.
Una de ellas refleja a un saltador de pértiga que salta una alambrada real y está a punto de caer en una almohada, también real, sucia y en muy mal estado. Varias páginas en internet opinan que Banksy pretende denunciar con esta obra la cantidad de indigentes que duermen en la calle, algunos de ellos después de haber cruzado fronteras de manera ilegal.
La segunda muestra a un tirador de jabalina que está a punto de lanzar un misil. El street artist, en esta ocasión, arremete contra la decisión del Ejecutivo británico de colocar baterías de misiles antiaéreos en las azoteas de diversos domicilios cercanos al parque olímpico.
El street art, movimiento muy arraigado en Gran Bretaña desde hace años, se ha convertido en algo que incomoda a las autoridades inglesas ya que airea aspectos relacionados con el evento que la organización prefiere ocultar.
La BTP (British Transit Police) emprendió la semana pasada su particular caza de brujas al detener y registrar las casas de varios artistas relacionados con el graffiti y el street art.
Comentarios
Publicar un comentario
Nos gustaría saber su opinión. Deje su comentario o envíe una carta al editor | RC