Cuando intento recordar todo lo que leí en el 2015 es poco lo que me viene a la mente, abandoné muchos de los libros que empecé y no empecé tantos. Sin embargo hay unos cuántos que salvaron mi año, los enumero a continuación.
1. La mujer justa de Sándor Márai
Este libro llegó a mi vida como la respuesta a una serie de
preguntas existenciales. Ya había leído antes otros libros del autor húngaro, suelo
recomendar El último encuentro. Sándor Márai es de una sensibilidad exquisita y
como dice en la contraportada de La mujer justa, en esta novela están sus
páginas más íntimas y desgarradas, las más sabias. Como los demás libros de
Márai la mujer justa describe la decadencia de la burguesía, el cataclismo de
una cultura, y narra la historia de tres
personas, una mujer que ama a su marido, pero no es correspondida, un burgués
que se enamora de una criada, y una criada que se casa con el señorito de la casa. Disfruté
su lectura y al final descubrí que ninguno era digno del amor del otro y que
todos tenían razón al concluir, al final de sus vidas, que la persona justa, el
alma gemela, no existe.
Cito a continuación un fragmento. Recomiendo este libro, le doy 6
estrellas de 5.
Pues
así era mi padre y nuestro mundo, el mundo del dinero, del trabajo, el orden,
el universo del burgués. Como si la casa y la fábrica estuvieran dispuestas
para la vida eterna. Como si las ceremonias del trabajo y de la vida estuviesen
programadas más allá de la vida misma. En casa siempre había un gran silencio.
Yo también me acostumbré pronto a imitar ese silencio: quien habla tiene mucho
que esconder; en cambio, quien calla con coherencia está convencido de algo.
Eso también lo aprendí de mi padre. Pero, de niño, sus lecciones me hacían
sufrir. Me parecía que faltaba algo en nuestras vidas. El amor, dices…El amor
sacrificado…Es tan fácil decirlo. La experiencia me enseñó después que el amor
mal interpretado o erróneamente exigido causa más víctimas que la lejía, el
automóvil y el cáncer de pulmón juntos. La personas se matan con el amor como a
través de una emanación invisible y letal. Exigen cada vez más amor, quieren
para ellos toda la ternura del mundo. Desean sentimientos completos, totales,
pretenden extraer de su entorno toda la fuerza vital con la avidez de ciertas
plantas gigantescas que absorben sin piedad de los acuíferos y los mantillos de
su alrededor toda la humedad, la fuerza, el aroma y la luz. El amor es un
egoísmo sin control. No sé si haya muchos seres que sean capaces de soportar la
tiranía del amor sin sufrir heridas mortales. Mira a tu alrededor, mira por las
ventanas de las casas, mira los ojos de la gente, escucha sus lamentos: en
todas partes encontrarás la misma tensión desesperada. No pueden soportar la
exigencia de amor que hay en el aire. Por un tiempo lo aguantan, llegan a
acuerdos; pero luego se cansan. Y entonces llegan los ardores de estómago. La
úlcera. La diabetes. Los problemas cardíacos. La muerte.”
2. La carretera
Empecé
La carretera de McCarthy con escepticismo,
me costaba creer que pudiera existir un libro sobre el apocalipsis igual
o mejor a El país de las últimas cosas de Paul Auster, que tiene un lugar
destacado en mi altar personal, pero debo aceptar que La carretera es un libro
muy bueno. Me gustaron sus atmósferas, sus paisajes desolados y por supuesto la
historia. Contrario a lo que muchos piensan es un libro positivo, optimista.
Nos muestra que aún en las condiciones más adversas, cuando la especie humana
se enfrenta a su extinción debido a un cataclismo o a una catástrofe mundial,
merece la pena vivir. ¿Hay algo más optimista que eso? ¿Una oda a la vida más
desgarradora y ferviente? No lo creo.
Sin
duda se trata de otra joya de la literatura estadounidense que todo el mundo
debería leer. Dejo unos fragmentos muy breves que subrayé:
“Ten
presente que las cosas que te metes en la cabeza están ahí para siempre, dijo.
Quizás deberías pensar en eso.
Algunas
cosas las olvidas, ¿no?
Si.
Olvidas lo que quieres recordar y recuerdas lo que quieres olvidar.”
“Desconfiaba
de todo eso. Decía que los sueños correctos para un hombre en peligro eran
sueños de peligro y que lo demás era solo la llamada de la languidez y de la
muerte.”
“Sin
listas de cosas que hacer. El día providencia de sí mismo. No hay después. El
después es esto.”
3. Todo esto para qué
Desde
que leí Tenemos que hablar de Kevin soy fan acérrima de Lionel Shriver. Todo
esto para qué empieza muy bien, cómo no leer un libro con ese título. Me gustó
mucho, entre otras cosas porque habla del dinero, los escritores rara vez
hablan del dinero, que genera muchas más tensiones en la vida de las que
quisiéramos admitir y define el rumbo de muchas historias. En Todo esto para
qué Shep tiene 16 años y está sorprendido por lo barato que es todo en Kenia:
“Así
pues, el valor de un dólar no era fijo, sino relativo. En New Hampshire se
podía comprar una caja de clips; en el campo de Kenia, una bicicleta. De
segunda mano, si, pero perfectamente aprovechable.
__Entonces
¿por qué no cogemos nuestros ahorros y nos venimos a vivir aquí?-había
preguntado Shep mientras llevaban a cuestas la compra por el sendero de unas
tierras de labranza.
En
un raro momento de ternura, Gabe Knacker dio al muchacho una palmada en el
hombro y, mirando a través de los verdeantes campos de café bañados por el
luminoso sol ecuatorial dijo:
__A
veces me lo pregunto.
Shep
también se lo preguntaba, y había seguido preguntándoselo. Si en lugares como
el África Oriental se podía al menos sobrevivir con menos de un dólar al día,
¿cómo de bien se podría vivir con más de veinte pavos?”
Desde
entonces Shep intentará vivir en Kenia, pasará toda su vida envuelto en las
redes del consumismo, será un esclavo del capitalismo, pasará años estando
donde no quiere estar y acariciando el sueño de vivir en Kenia, sueño del que
se burlan su esposa y sus amigos. La novela es una crítica al sueño americano, seria y desopilante a
la vez, y en general al estilo de vida occidental, además está escrita al estilo de Shriver, inteligente y ameno.
4. Novelas
en tres líneas
Desde
antes de que existiera twitter ya había alguien adelantado a su tiempo que escribía sucesos en 140 caracteres: Félix Feneón, nacido en Turín en
1861. Félix es una de las personalidades más extrañas y asombrosas de la
literatura europea del siglo XX, funcionario del Ministerio de la Guerra y anarquista militante, sospechoso
de un atentado contra un restaurante, coleccionista de arte y escritor. Novelas
en tres líneas reúne los hechos que redactó para la página de sucesos de un
diario francés. La editorial New York Review Books abrió una cuenta en twitter
en la que publicaba regularmente sus nouvelles.
A mí
lo que me enamora de Félix Feneón es su forma tan literaria de contar las
cosas. Invirtiendo el orden de los hechos y centrándose en detalles que podrían
parecer accesorios a los ojos de un ciudadano común logra darle un aura literaria a
todos los sucesos crudos y ordinarios de la sociedad francesa de entonces,
convierte los hechos en micro relatos sin mentir nunca, su mirada es una mirada
genuinamente literaria. Lo considero una lectura obligada de todo el que guste
del micro relato.
Aquí algunos:
Rompiendo
la ventana del vagón, una piedra sacó un ojo a un pasajero en el tren
Bayona-Toulouse. El tren se paró. No había nadie.
La
enfermera Elise Bachmann, que ayer tenía su día libre, se manifestó loca en la
calle.
Cierta
loca en la calle se había hecho pasar abusivamente por la enfermera Elise
Bachmann. Esta se encuentra en perfecto estado de salud.
Un
sexagenario, el señor Bone, vecino de Andigné (Sarthe), en estado de
mebriaguez, había pegado tan fuerte a su criada, que iba ser procesado. Enojado, se ahorcó.
Lavilla,
vecino de Fournier (Ardèche), se tumbó, se puso la boca de la escopeta bajo el
mentón, y accionó el gatillo con un cordel. Muerto.
Un
hombre de unos treinta años se ha suicidado en su habitación de un hotel de
Mâcon. “No busquéis mi nombre”, dejó escrito.
Catherine
Rosello, vecina de Tolón, madre de cinco hijos, quiso esquivar un trende
mercancías. La atropelló un tren de pasajeros.
Al resultar su devoción demasiado fogosa, el
alcalde de Saint Gervais (Gironda) ha sido condenado. Se le suspende de sus
funciones.
Apoyada
en la barra de la ventana, G. Laniel, vecina de Meaux, de nueve años, se estaba
poniendo los botines. Perdió el equilibrio y cayó a la calle.
Pensando
que lo estaban dejando demasiado tiempo en el calabozo de Plouescat, el
borracho Abgrall, natural de Guiclan (Finisterre), le prendió fuego.
“¡Te
llevarás tu merecido!”, parece ser que le dijeron a Guyot de Toul en las
elecciones. ¿Fue, pues, la política lo que lo ahogó en el canal?
La
señora Jousseand, vecina de Chambon-Feugerolles, reconoció como asesino suyo al
peón caminero Fayard, que la policía le presentaba.
A
los borrachos ya ni siquiera les queda Dios:Kersilie, vecino de Saint-Germain,
que creyó que la ventana era la puerta, ha resultado muerto.
Con
un gancho una lavandera de Bougival sacó del agua un paquete: una niña recién
nacida y viable que bajaba por el agua.
5. Rebelión de los oficios inútiles
Rebelión
de los oficios inútiles, premio Clarín de novela 2014, me recuerda La casa del silencio de Pamuk, otro de los
libros de mi altar personal, me lo recuerda porque también muestra la decadencia
moral de una sociedad carcomida por la injusticia y la exclusión. La lectura le
pone a uno la piel de gallina, la novela retrata a la perfección la cadena de
desigualdades e infamias a la que parece estar condenada un gran parte de nuestra sociedad, el
yugo de la avaricia y la mezquindad, el destino trágico e inexorable de generaciones
enteras. Con un estilo ágil y descripciones precisas Daniel Ferreira aborda con
éxito, -sin caer en obviedades ni clichés-, un tema difícil y exigente, y lo hace
asumiendo las voces de tres personajes, una líder campesina, un terrateniente
alcohólico y un periodista empeñado en contar la verdad. Las vidas de la campesina y del periodista se consumen en una lucha social sin fin, la del terrateniente en la decadencia y la desidia.
Un libro que recomiendo no sólo por su importancia desde el punto de vista histórico, pues aunque es ficción, la historia está enmarcada en un periodo de nuestra historia (los 70s) y no falla a la verdad en lo esencial, sino también por sus recursos y el efecto de su lectura.
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