CONVERSATORIOS COLOMBIANOS EN LA
UNIVERSIDAD CENTRAL DEL VALLE DEL CAUCA
Jose Alias
Según mi parecer, una buena costumbre es enviar
noticias a los amigos y conocidos varios cuando viajo para dar, al menos, idea
de que uno se mueve, aunque sólo sea físicamente. En esta ocasión envié saludos, entre otros, a
la escritora argentina/alemana Esther Andradi desde Tuluá, sede de la VIII
Edición del Festival de la Imagen y la Palabra al que fui cordialmente invitado
por su organizador, el doctor y poeta Omar Ortiz, gran agitador cultural del
Valle.
-Creí que era un nombre inventado por Julio pero veo
que es una ciudad colombiana de a de a veras… ¡que lo pases súper! me contestó
Esther. Julio, claro, es Cortázar, el enormísimo cronopio cuyo recuerdo dio pie
a interesantes conversatorios en esta ciudad y en otras cercanas como Pereira o
Cali.
Dentro del festival tulueño que comenzó el fin de
semana con un taller de quien escribe y continuó el lunes con la intervención
del escritor Fernando Cruz Kronfly, objeto de un merecido homenaje por su
fecunda carrera como ensayista y narrador, y del que se hace eco Fabio Martínez
en un reciente artículo: “En el siglo XIX, el
filósofo Nietzsche anunció la muerte de Dios. En el siglo XX, Foucault predijo
la muerte del hombre. Cruz Kronfly y los pensadores latinoamericanos anuncian
la muerte del ciudadano y el nacimiento del sujeto digital.” Pena que
los compromisos puntuales no permitieran una conversación posterior más
distendida con este interesante pensador, pero ya se sabe que donde hay patrón
no manda marinero.
El festival continuó con Cortázar, Ortiz y el que
suscribe el martes y recibió el miércoles a Lisandro Duque que nos regaló la
proyección de su excelente penúltima película, El soborno del cielo, seguida de
un coloquio moderado por Norman Muñoz que resultó tan sabroso como los diálogos
nocturnos al calor de las cervezas posteriores o el almuerzo del día siguiente
con este excelente director lleno de humanidad y buen saber.
También coincidió el gran Lisandro con los invitados
del jueves al festival, un grupo de jóvenes narradores y poetas colombianos,
moderados por el escritor local Juan Carlos Escobar, que aportaron frescura e
innovación con sus relatos escritos y comentados, primero en directo en la
escena de la Uceva y luego por la noche en lo del Son de Boni. Fue en este
entrañable y salsero lugar, donde entre tragos, baile y excelente música,
pudimos compartir con Daniel Ferreira, notable orador, ganas y muchas tengo de
envolverme en su Rebelión de los oficios inútiles, no sé si antes o después de La balada de los bandoleros
baladíes o el Viaje al interior de una gota de sangre, novelas avaladas
por premios, crítica y público que cuentan sobre la violencia en ese lugar del
mundo, demasiado extendida, por desgracia, en el tiempo y lugares de allá, de
acá y de otros lados. Rodolfo Lara Mendoza,
poeta “a la vuelta de esta esquina de días contados”, nos dejó sus cuentos de
La gravedad de los amantes, el doble se asoma en cada página… La gemela, El
puto, Los recuperadores… excelente narrativa poética que deja sensaciones
encontradas en la boca del espacio.
Juan Fernando Hincapié, que nos regaló sus Gringadas,
libro que recoge un buen puñado de relatos fronterizos, no en vano este
escritor vivió algunos cursos en la Universidad de Texas en El Paso, y que me
tiene en alerta ante la lectura de su novela Gramática pura. Él estuvo en la
Biblioteca Municipal de Tuluá junto al
autor del estupendo libro de relatos Un lugar para que rece Adela, Andrés
Mauricio Muñoz, que presentó en primicia mundial su primera novela El último
donjuán, donde “el autor recurre al tejemaneje de
las relaciones amorosas por la web para abordar el dilema filosófico quizá más
importante de todos: ¿qué tan real y virtual es el mundo? ¿Cómo se alimentan
mutuamente esas dos dimensiones del ser humano? ¿Cómo se construyen los afectos
y cómo se disuelven?... Todos estos asuntos de la comedia humana son tratados
no desde la frialdad o la abstracción de las telecomunicaciones, sino desde
cada célula nerviosa de los personajes... Después de leer su novela, ya uno no
puede volver a chatear sin una sensación de vértigo.” dice Paul Brito, otro de
los jóvenes y talentosos invitados al Festival, autor del magnífico libro El
proletariado de los dioses, y con quien visitaríamos en días posteriores
en la localidad de Roldanillos el museo Rayo en compañía de su familia, de Omar
Ortiz y del poeta y cronopio Edgar Hernán Ramírez… La visita a este museo fue
repetidamente sugerida por Gustavo Adolfo Rengifo, maestro guitarrista y
compositor, que junto a la envolvente y poderosa voz de Luz Marina Posada,
cerró con un bello concierto homenaje al pintor y escultor, titulado Para Rayo,
este magno festival que se llevó a cabo en el Centro Cultural Gustavo Álvarez
Gardeazábal. Precisamente este reconocido autor que da nombre al edificio que
albergó los actos citados, tuvo la deferencia de invitarnos a un espléndido
almuerzo en lugar cercano a Tuluá, esa ciudad en la que Cóndores no entierran
todos los días; su erudición, buen saber y estar, y un magnífico vino, regaron
con calidad este encuentro de primer orden.
En resumen, una extraordinaria experiencia
compartida en un agradable marco, salpicada con espaciadas visitas a lugares
cercanos como Buga, Ginebra, Moralia en La Marina, el ya citado Roldanillos,
Pereira y su mítico El pavo, y posteriormente Cali o Popayán que visité en
compañía del amigo y gran escritor caleño Fabio Martínez y su esposa Ivonne. La
incertidumbre que se vive estos días en este querido país sobre un posible
desenlace del propuesto proceso de paz ha marcado casi todos los conversatorios
y encuentros, y la cautela, a la par que la esperanza de un final de las
hostilidades, mantiene a casi todos los colombianos en un compás de espera casi
suspendido en el vacío, un delicado equilibrio se palpa en el ambiente. El
conflicto y el acuerdo siempre tienen, al menos, dos partes enfrentadas y desde
que el mundo es mundo el final de las guerras, antes o después y tras largo sufrimiento, siempre ha sido la
firma de la paz.
Con el deseo de que la Imagen y la Palabra vuelvan
el próximo año a la Uceva, despido esta crónica que ha querido ser un homenaje
lleno de afecto y reconocimiento a los organizadores y compañeros invitados. Se
puede lo que se hace, que diría Cortázar. Gracias al público asistente. Gracias
Omar.
Cali/Madrid
Octubre 2016
José Alias ©
Generosas y agradecidas palabras.
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