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Mis lecturas de 2016





Por Joseph Avski


El 2016 fue un año especialmente duro: triste en lo personal, decepcionante en lo político, y marcado por penosas muertes en lo cultural. Sin embargo, como en muchos momentos oscuros de mi vida, siempre quedan los libros. Muchas buenas lecturas acompañaron los altos y bajos de este año. Fueron un paliativo para sobrellevar la muerte de mi padre, para no desesperar y para llorar de una manera mucho menos dolorosa. Al día de hoy, 25 de diciembre de 2016, he leído 80 libros y tengo 4 más comenzados de los cuales probablemente terminaré uno o dos antes de terminar el año. Esta es una selección, organizada por géneros, de los mejores libros que he leído este año.

Ensayo
Este año enseñé por primera vez la clase de literatura latinoamericana en  la universidad estatal de Misuri, y para prepararme decidí leer varios libros sobre cómo otros han enseñado cursos similares. Clases de literatura: Berkeley, 1980 son transcripciones de las clases de literatura latinoamericana que Julio Cortázar dictó en la Universidad de Berkeley en 1980. Mis sesiones terminaron teniendo poco en común con las del argentino, pero disfruté el estilo fresco. El lector queda expuesto ante la original visión que tiene Cortázar respecto a la literatura.
Las lecturas sobre temas científicos de este año tuvieron dos momentos destacados. At the Edge of Uncertainty: 11 Discoveries Taking Science by Surprise de Michael Brooks, explora once conceptos científicos contemporáneos que desafían el sentido común. Una excelente lectura para enfrentarnos a nuestras propias preconcepciones del mundo y para entender que la realidad es mucho más compleja de lo que la imaginamos. Otro gran libro sobre ciencia leído este año fue Siete breves lecciones de física, de Carlo Rovelli. Este pequeño libro, que se convirtió en fenómeno de ventas, explica con una prosa limpia el estado del arte de la física teórica contemporánea. Una excelente lectura para actualizarse sobre las teorías que explican el mundo a pequeña y gran escala.
Cercano a las lecturas sobre ciencia, por su gran cantidad de información y su precisión científica está The Better Nature of Our Nature. En él el sicólogo y científico cognitivo Steven Pinker explora la constante disminución de las muertes violentas en el mundo desde el final de la Edad media. Es un texto indispensable para entender el presente y pensar el futuro del mundo, y en especial de nuestro país tan convulsionado. Las conclusiones de este libro sin duda nos hacen sentir esperanza en la humanidad.
Otro físico, Agustín Fernández Mallo, hace parte de esta lista pero en este caso no escribe sobre ciencia. Postpoesía es un manifiesto posmoderno y una declaración  de su poética. El autor español aboga por una literatura que desvanezca las fronteras entre la literatura, como la hemos entendido hasta hoy, y las ciencias. La escritura porvenir será sin distingo tratado físico, filosófico, técnico y literario.
El vicio de leer puede ayudarnos a justificar otros vicios. Ese fue el caso de La filosofía del vino. En este hermoso libro Béla Hamvas celebra la bebida espirituosa por excelencia y emprende contra todo tipo de puritanismos (tanto ‘ateos’ como ‘pietistas’). Por último, está el libro que empecé la primera semana de 2016, volando desde Colombia de vuelta a los Estados Unidos: Kafka. Es un libro que justifica el vicio de leer a Kafka. En esta hermosa biografía intelectual escrita por Pietro Citati (famoso por libros similares sobre Marcel Proust, Goethe, y Tolstoi) explora la figura siempre enigmática y elusiva del escritor Checo. Una lectura que sin duda parecía un oráculo del año por venir.

Narrativa
México es el país con más representantes en esta lista. La ciudad que el diablo se llevó es el penúltimo libro de David Toscana, a quien siempre he leído con mucho gusto. Es una devastadora narración sobre la Varsovia destruida por la Segunda Guerra Mundial. Un mundo sin esperanza que con frecuencia me hizo pensar en Colombia. Trabajos del reino es la segunda novela mexicana de la lista. Fue un éxito inmediato cuando salió, y dio a conocer al joven autor Yuri Herrera. Es la historia de un cantautor de corridos que entra a hacer parte del reino de un narcotraficante local. Una reflexión sobre el lugar del artista creador frente al poder. La tercera novela mexicana de la lista es Wild North del joven autor mexicano Francisco Laguna Correa. En ella examina la vida de un inmigrante mexicano en los Estados Unidos. Una novela recién salida del horno.
            Viajando hacia el sur está Insensatez de Horacio Castellanos Moya. Está escrita con el mismo estilo crítico de El asco pero en un tono menos cáustico. Cuenta la historia de un centroamericano que vive en el exterior y vuelve a la región para editar la versión final de un informe que consigna el genocidio de los pueblos indígenas. Pronto descubre que él mismo no puede escapar, ni física ni sicológicamente, a las fuerzas de la violencia que perpetraron el magnicidio. Otra obra que hace pensar en Colombia.
Siguiendo hacia el sur está Corea: apuntes desde la cuerda floja de Andrés Felipe Solano. Estas notas sobre su vida en Corea capturan el sentimiento de todos los que vivimos en otro país. Andrés hizo el favor de escribir este libro por todos nosotros los expatriados. Cambiando de generación y de departamento Tríptico de la infamia, de Pablo Montoya, ofrece tres retratos sobre arte y violencia elaborados con una voz poética y precisa. Una pintura de los demonios que nos habitan por dentro.
Al final del continente se encuentra Una historia sencilla. En esta crónica Leila Guerriero toma una invisible tradición de un pequeño pueblo argentino, el Festival Nacional de Malambo de Laborde, y la transforma en una historia universal. Una épica del hombre común.
Anakana Schofield era un nombre desconocido para mí hasta que escuché sobre ella en el podcast sobre libros de The Guardian. Es, digamos, para los propósitos de esta lista, la bisagra entre nuestro continente y Europa por su doble nacionalidad irlandesa y canadiense. Martin John, de Anakana Schofield, es una novela que aborda un tema durísimo: el abuso sexual. Con una prosa poco convencional y estructura experimental, Schofield nos lleva al centro mismo del terror en el que vive un abusador sexual.
Ya de lleno en Europa encuentro a un clásico que hace mucho quería leer y cuya lectura pospuse por más de doce años. Zorba el griego de Nikos Kazantzakis es simplemente magistral. Los dos mundos, las dos visiones que se debaten en esta novela siguen tan vigentes como cuando fue escrito. Un poco más al noreste se encuentra Voces de Chernóbil, de la penúltima ganadora del premio Nobel Alexievich. Esta desgarradora recopilación de testimonios de personas involucradas con la tragedia nuclear de Chernóbil nos hace pensar en un mundo en guerra consigo mismo incluso en tiempos de paz. Svetlana Alexievich logra un fresco hermoso y terrible del apocalipsis mismo.
Hacia el otro extremo del viejo continente se encuentra la decepción del año: Jerusalém (O Reino #3) de Gonçalo M. Tavares. Es un autor del que se habla mucho en estos días. Sus entrevistas dan la impresión de un autor articulado y comprometido con su oficio. Sin embargo, esta novela resultó floja y liviana. En todo momento sentí que estaba leyendo un capítulo novelado de Mujer, casos de la vida real.  



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